Jorge Carrol
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En realidad Lincoln se refería a iguales en el sentido de
«semejantes»:
«La igualdad es un principio moral, ético; deseamos la
igualdad porque es una meta justa, no porque los hombres
sean efectivamente semejantes. Es justo promover ciertas
igualdades precisamente para compensar el hecho de que
los hombres sean diferentes y hayan ‘nacido diferentes’. El
primer fundamento y aun el más sólido de la igualdad, se
encuentra en el concepto cristiano de que cada hombre
es igual que cualquier otro en su dignidad y valores
intrínsecos».
El artículo 6 de la Declaración de Derechos de los
franceses (1789), dice así: «Todos los ciudadanos siendo
iguales (ante la ley) pueden optar de igual forma a todas
las dignidades y cargos públicos según su capacidad y sin
otra distinción que las de sus virtudes o talentos».
En el artículo 2, de la Declaración de 1793, leemos:
«La igualdad consiste en que todos tengan los mismos
derechos».
Y la de 1795, establece en su artículo 3, que «la igualdad
consiste (en Francia y para los franceses) en que la ley es la
misma para todos, tanto cuando protege como cuando
castiga. La igualdad no admite distinción alguna por
razón de nacimiento ni herencia ni poderes».