Jorge Carrol
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inteligentes que pierden su tiempo leyendo «Hola» y
otras inmundicias del corazón plebeyo, que «mono» es
igual a «uno»; monarquía es por tanto, «gobierno de
uno») que eran estados patrimoniales, considerados
como propiedad del monarca de turno.
En la misma onda está el totalitarismo, que no es otra
cosa que un exceso de totalidad. «Más bien está más
legitimado que cualquier otro régimen para convertirse
en un Estado total, un Estado que penetra en todo».
Podemos señalar también que el totalitarismo es «la
creencia de que alguna institución o grupo organizado,
iglesia, gobierno o partido dispone de un acceso especial
a la verdad. Más que el totalitarismo como sistema
político (lo más grave) es la mente totalitaria» que no
es otra cosa que un sistema de creencias, ideologías,
místicas, religiones y particulares visiones del mundo,
que de alguna manera es, la antesala de la dictadura.
La diferencia entre totalitarismo y dictadura
reside en el problema de sucesión: mientras en el
totalitarismo logran superarse las crisis sucesorias,
en las dictaduras raramente sobrepasan el tiempo
de vida del dictador.
Claro que algún erudito politólogo puede recordarnos
que en Roma, la dictadura era una magistratura