Jorge Carrol
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deja de tener fundamento y razón; para el estadista
inglés, «se trata de un criterio pésimo, si se exceptúa que
los otros son peores».
«Después de todo la democracia es una técnica, un
instrumento (…) y ningún instrumento posee virtudes sin
defectos».
Estoy convencido que muy pocos políticos y muchos
más electores, sepan que la forma de dirigir las
elecciones y el voto secreto fue virtualmente inventada
por unos monjes.
No hay nada de sorprendente, ya que en el siglo XVIII
las órdenes monásticas tenían que resolver el problema
de elegir a sus superiores. En virtud de ello y dado que
no podían recurrir a la herencia o a la fuerza, tuvieron
que encontrar una forma de seleccionar a las cabezas
de sus órdenes, eligiéndolas.
Resultado de esa experiencia y de los experimentos
realizados durante siglos, el constitucionalismo
electoral de las diversas órdenes religiosas adquirió
una perfección y una complejidad incomparables.
Naturalmente y a pesar de las óptimas condiciones
en que realizaban sus elecciones, los monjes sabían
muy bien que ellos no eran angelitos, trabajaron