Jorge Carrol
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El elector de hoy en el momento de decisión, presta
más atención a sus necesidades, a sus intereses
inmediatos, que a lealtades partidistas.
Es más: en estos crueles y deshumanizados tiempos
hamburguesados y bobalizados, en los cuales las
ideologías de ayer son cada vez menos relevantes
y posiciones antagónicas se acercan, la figura del
candidato frecuentemente predomina sobre la
importancia del partido al cual pertenece. Inversiones
en la imagen personal del candidato rinden sus frutos
y los respectivos gerentes de campaña, aprovechan la
coyuntura para ganar más dinero que votos obtenidos.
Esta irreflexión seguramente dará por el traste con
los sueños electoreros de muchos precandidatos que
esperan que pase pronto el tiempo del gobierno de
turno.
Hay diferencias fundamentales, por tanto, entre una
opinión que es pública meramente en el sentido que
se encuentra dispersa y otra es la que se ha formado el
elector por sí mismo, casi como consecuencia de una
conducta de prueba y error.
La democracia en tiempos electorales, descansa básica
e ilusoriamente en el juego limpio y en la correcta
información que se le suministra al pueblo.