Jorge Carrol
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constituyen la garantía sustantiva». En otras palabras, la
opinión de gobernantes no es la de los gobernados.
La opinión pública no implica conocimiento
La bendita opinión pública, viene de la muy romana
vox populi que en estos tiempos hipercomunicados,
asumimos como fama popularis. El científico político
checo Karl Deutsch, señala en Política y gobierno (FCE:
Madrid, 1974) que la opinión política «discurre de arriba
abajo», porque quienes tienen la sartén por el mango
son los medios de comunicación que generalmente
están en poder de la elite de las elites.
La opinión pública es el mensaje de los medios de
comunicación. Sin un eficiente funcionamiento de
estos, las opiniones pseudo públicas adoptan un
irresistible oleaje que conduce a que los lectores
piensen, lo que ellos manifiestan, hasta convertirse
en lo que el ensayista y activista Walter Lippmann
duramente calificaba, de «ausentes y silenciosos
fantasmas».
«El estado de falta de atención, desinterés,
subinformación, percepción distorsionada y, finalmente,
de total ignorancia del ciudadano medio, nunca deja
de sorprender...»; el elector, el ciudadano de a pie,
tristemente muchas veces «no tiene opinión, sino, más