Variaciones sobre Teoría de la democracia de Giovanni Sartori
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la religión, generando así la «autonomía de la política»,
que no es otra cosa que una política que no transige
con los principios morales; lo que algunos llaman
realpolitik y otros han rebautizado como machpolitik.
Pero seamos realistas aunque solo sea por unas páginas,
ya que aquel que una vez abrió los ojos, como rezaba
el grafiti francés que nos sirve de título, no puede volver
a dormir tranquilo: el político puro, realista, incluso si
solo es astuto, no subestima los elementos impuros,
porque son coadyuvantes al éxito de sus ideas. El
político sabe que los ideales son fuerzas y también
armas, como lo señaló Maquiavelo.
Cualquier política es una mezcolanza de idealismo y
realismo, y si uno de los dos elementos prevalece, si el
exceso de idealismo elimina al realismo o viceversa, es
previsible el fracaso político.
«Nadie ha sido nunca capaz de establecer una
política genuinamente pura (realista), o una política
estrictamente ideal y/o moral. Ambas fracasan por la
misma razón».
Karl von Clausewitz, el filósofo prusiano de la guerra,
afirmó en 1832 en su libro Sobre la guerra (de amplísima
aceptación en academias militares como West Point,
St. Cyr o Sandhurst) que «la guerra era la continuación
de la política en otros medios»; la elección de G. W.