Jorge Carrol
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número de europeos, asiáticos y africanos están,
redescubriéndolo, con sus virtudes políticas basadas
en su propia esencia, como que el poder incontrolado
es desastroso e inaguantable; que los tribunales y
jueces tienen que ser absoluta y verdaderamente
independientes y que las constituciones no son
meramente una estructura que el Estado posee, sino
una estructura garantista específica, que limita y
restringe a los temporales detentores del poder.
«Es propio de la condición humana tener un cerebro
pequeño y grandes problemas», señaló el cuestionador
Charles E. Lindblon, profesor de Economía y Ciencias
Políticas de la Universidad de Yale. FCE, México, 1999.
Por tanto, hamblerianamente la cuestión devino en:
¿mercado o no mercado?
Y aquí comenzó la pugna donde la mano visible del
Estado choca con la mano invisible del mercado.
Para algunos la intervención del Estado en la economía
es un problema tremebundo y se acunaron conceptos
para intentar diferencias: economía planificada,
programada, controlada, dirigista, concertada, y la lista
sigue.
Pero hay una realidad indiscutible: hoy día todos
los gobiernos interfieren en el proceso económico
y, como es obvio, hacen planes que raras veces son