Nación y estados, republicanismo y violencia
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rurales, especialmente de los cabildos y de las haciendas.
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Asimismo, Montúfar
señala que, en el seno de las milicias cívicas, surgió en 1827 un nuevo cuerpo
que pasó a denominarse “urbanos voluntarios”, constituido sobre todo por
profesionistas y estudiantes.
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b) El papel clientelar en la composición de la oficialidad. Los oficiales de las
tropas profesionales habían hecho carrera en el Batallón fijo o en el Batallón
de “milicias disciplinadas” que existía en las postrimerías de la Colonia. Sin
embargo, la mayor parte de ellos había salido de la clase de sargentos en el Fijo y
tenían recelo de los oficiales improvisados, a quienes señalaban de poseer el solo
mérito de “tener mejor educación y pertenecer a la clase decente o acomodada
de la sociedad, dándonos en consecuencia el nombre de ‘los ‘niños’”.
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Sobre ese
tema, García Granados señala que, a raíz de la invasión salvadoreña de marzo
de 1827, los hijos de las familias acomodadas de las ciudades de Guatemala y
Antigua habían entrado a servir las armas en un batallón de milicias activas, que
fue denominado con el número 1. De igual forma estaba integrada la oficialidad
del mismo. Por ejemplo, su hermano mayor, quien era el que se encargaba de
la casa comercial de la familia, resultó designado como capitán y el segundo de
sus hermanos como teniente. Él mismo entró a servir dicho batallón en junio
de 1827 con el grado de subteniente; un batallón en el que buena parte de los
oficiales eran “mis amigos”.
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Asimismo, miembros de las élites rurales tenían ese
privilegio de clase. Uno de ellos era el coronel Perdomo, quien siendo originario
de Mita y con influencia en el departamento de Chiquimula, “gozaba del favor y
protección” de parte del gobierno de Guatemala.
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c) La falta de disciplina en la tropa y los rasgos señoriales de los oficiales. Durante
los descansos o las pernoctadas nocturnas, la soldadesca se acomodaba sin orden
ni método alguno, sin otra precaución que la de tener su arma al lado cada
uno. Aún más, el sistema de centinelas dependía de la eficacia con que los cabos
23 García Granados, Memorias, II, p. 101 y ss.
24 Montúfar y Coronado, Memorias, p. 116.
25 ibid., II, pp. 101-104.
26 García Granados, Memorias, II, p. 101.
27 ibid., II, p. 245.