La primera guerra federal centroamericana, 1826-1829

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Guatemala en marzo de 1827, con lo cual se abrió un nuevo frente. Tal acción 
condicionó la salida de Villacorta de la jefatura de Estado el 1 de noviembre, por 
lo que el vicejefe Mariano Prado, de origen nicaragüense, pasó a hacerse cargo 
del Gobierno, un hecho que rompió el equilibrio a favor de Arce al anteponer 
los intereses del estado de El Salvador por encima de los de la Federación. Ello 
originó, a su vez, una política tránsfuga de oficiales, tanto de las fuerzas federales 
a las salvadoreñas y viceversa; es decir, un reacomodo de cuadros militares por 
razones ideológicas, familiares y clientelares que continuaría a lo largo de toda la 
guerra.

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 Así quedó abierto el “frente salvadoreño-guatemalteco”.

Sin embargo, tanto Montúfar y Coronado, como Córdova

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 apuntan a que, 

en materia estrictamente castrense, la disputa en el seno de la Federación había 
empezado antes del estallido de las acciones altenses y estuvo centrada en la 
búsqueda del control del aparato militar por parte de Arce y de sus seguidores. 
El enfrentamiento temprano del presidente con el coronel Nicolás Raoul tuvo 
como punto de partida el hecho de que, siendo asesor de la Secretaría de Guerra, 
este propuso una reforma orgánica del Ejército nacional que hacía descansar 
en las milicias de los estados federales la fuerza militar de la Federación, por lo 
que el Estado Mayor resultaba ser un aparato casi sin tropa. Raoul partía de 
una idea práctica y rápida, y era retomar la tradición colonial en materia de 
fuerzas armadas ante los temores de invasión extranjera –sobre todo española– y 
frente a los planes territoriales mostrados durante la disputa por la hegemonía 
hispanoamericana entre México y Colombia durante el Congreso de Panamá 
de 1826. Pero, tal proposición no solo disparó las aspiraciones soberanistas de 
los estados frente a un poder centralizado desde la Ciudad de Guatemala, sino 
que Raoul se vio separado de su cargo por orden del coronel Manuel Arzú, 
comandante en jefe de las Fuerzas de la República, enviándolo a vigilar las costas 
del norte de Honduras. 

En el fondo, quien se oponía a la propuesta inicial de formar milicias federales 
era el jefe Aycinena con el argumento de que el estado de Guatemala ponía el 
dinero, las armas y los hombres. Por su parte, el presidente Arce exigía tener 

5 Montúfar y Coronado, Memorias, pp. 64-66 y p. 82.
6 Conocido con el sobre nombre de Cordovita