La primera guerra federal centroamericana, 1826-1829

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Honduras y Nicaragua, puesto que los tres autores acá abordados no tuvieron 
información de primera mano sobre estos y, que su actuación militar (Montúfar 
y García Granados) se centró en Guatemala y El Salvador. Es decir, por el hecho 
de que hasta la batalla de Gualcho, en julio de 1828, los sucesos hondureño-
nicaragüenses formaron parte de una dinámica secundaria al enfrentamiento 
por la hegemonía entre guatemaltecos y salvadoreños. Enfrentamiento que hizo 
que la élite criolla de Guatemala se jugase a fondo la carta por mantener el 
control del poder heredado de la Colonia, apostándole a la forma centralista 
de gobierno bajo el disfraz del sistema republicano federal. Una disputa entre 
individuos que se consideraban liberales, pero que diferían en la forma de 
organización de la República centroamericana. Los federalistas convencidos de 
que la soberanía recaía en los estados federales (o más bien en los “pueblos” 
que los conformaban), lo que implicaba una ampliación de la ciudadanía a los 
sectores populares (al menos los urbanos), y los centralistas convencidos de que 
la diversidad étnica, la pobreza y el analfabetismo exigían que tal soberanía se 
concentrase en aquellas personas que por su estatus socioeconómico merecían 
ser designadas como ciudadanas. 

Indudablemente, a la hora de plantearse la conscripción para la guerra, las 
disposiciones del aparato de Estado en torno a la participación de los ladinos 
pobres y de los indígenas dependieron de si el aparato estatal estaba en manos 
de los federalistas o de los centralistas. Al final, la guerra impuso su lógica 
reclutadora aunque con papeles diferenciados entre los conscriptos por razones 
de orden étnico. A pesar de la presencia indígena en varias tropas que entraron 
en combate, el papel de los indígenas tanto en el ejército federal como en los 
aliados se centró en el de avitualladores, guías y zapadores. 

La primera Guerra Federal se extendió entre septiembre de 1826 y abril de 
1829, y se desarrolló en cuatro diferentes espacios de guerra, tres de los cuales 
terminaron convergiendo en la última etapa de la misma en torno a un objetivo 
estratégico: el triunfo o la derrota del gobierno federal y de sus aliados establecidos 
en la Ciudad de Guatemala. Una convergencia que no necesariamente se planteó 
desde los principios de las hostilidades, debido a la independencia de los factores 
sociales, políticos y económicos que promovieron a cada uno de los frentes de