La primera guerra federal centroamericana, 1826-1829

32

En Guatemala, la rebelión de Rafael Ariza en 1824 había mostrado la necesidad de 
formar nuevas fuerzas, esta vez menos especializadas y menos adictas al régimen 
español, tal como lo era el insubordinado Batallón fijo, formado por milicias y 
estructuradas bajo el mando de oficiales españoles, para preferir las llamadas 
milicias activas provinciales. Estas últimas serían controladas generalmente por 
ciudadanos de la élite, sujetas a patrones clientelares. También contaban con 
muchos veteranos necesarios para dirigir tropas en combate y desarrollar un 
fuerte proceso disciplinario para obtener eficacia militar. Milicias que al final de 
cuentas mantenían el viejo carácter defensivo de las españolas, puesto que estaban 
concebidas para la defensa patrimonial de las ciudades. En Guatemala, a pesar 
de conocer la coyuntura independentista en América, la inminencia de la guerra 
no era una preocupación tomada muy en serio. Los rumores de movilizaciones 
de tropas españolas en La Habana en 1825 serían más míticos que reales, pero 
crearían la excusa para la primera emergencia de carácter militar y el intento 
federal de formar el ejército y ganar tiempo frente a los estados.

Esta emergencia también le daría vida al sentimiento antiespañol que definía al 
enemigo simbólico fundamental, superando de esa forma las representaciones 
enfrentadas entre fiebres y moderados, con todas sus variantes coyunturales. No 
es casual que los primeros decretos estatales se basaran en la prohibición del 
comercio con España y en la restricción de entrada de los ciudadanos españoles.

67

 

Incluso ya enfrentados abiertamente, este tipo de medidas seguirían siendo 
emitidas por el gobierno federal en un intento por desmarcarse del estigma 
impulsado contra la alianza entre este y el estado guatemalteco dirigido por 
moderados, estigma incitado en el discurso de los fiebres y del estado salvadoreño. 
La acusación de proespañol contra el gobierno federal y el guatemalteco en la 
guerra se mantendría y profundizaría con las representaciones de despóticos 
y clericales o en frases retóricas, tales como: “Los peninsulares y sus adictos, 
comerciantes los más de ellos, i en el clero regular, i ya porque en el segundo hay 
una clase interesada en que nada de lo nuevo sea renovado”.

68

67 ANCR, Federal, pp. 727 y 728.
68 Mención de carta del salvadoreño Fulgencio Mayorga al vicejefe de estado guatemalteco 

Francisco Sosa. ANCR, Federal, p. 929.