Nación y estados, republicanismo y violencia
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lectura a escala de los acontecimientos de guerra, en la que veremos la necesidad
de ver la incidencia de las ciudades/pueblos –verdaderos actores territoriales–; en
la tercera analizaremos algunos elementos del esfuerzo estatal en relación con los
ingresos necesarios para la guerra y en la cuarta observaremos la relación entre
ciudadanos, soldados, pueblos y teatro de la guerra.
1. De la guerra épica al terreno de la guerra. La Guerra Federal y
su importancia
En los estudios históricos con frecuencia se mencionan algunos acontecimientos
que se dan por sentados sin que se nos ocurra cuestionar el sentido de “lugar
común” del que están contenidos. Tal posición resulta notoria cuando al señalar
procesos históricos citamos referentes significativos de un proceso determinado
o que nos orientan en el tiempo, por ejemplo: la Independencia, el Plan de
anexión a México, la Segunda Declaración de Independencia, la Constitución
y así sucesivamente. Sin embargo, también hay acontecimientos que, habiendo
sido significativos en algún momento, pierden fuerza y su mención carece de esa
solemnidad que otros aún mantienen. Un buen ejemplo es la Guerra Federal.
Conforme ha pasado el tiempo las referencias hacia esta guerra han disminuido,
incluso entre aquellos que de una u otra forma se refieren al sistema federal de las
primeras décadas independientes. En primer lugar, este olvido se relaciona con la
política liberal de anular los archivos del “gobierno intruso”
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, lo que implicó un
mayor desconocimiento documental, que se agravó con el incendio de los archivos
federales en El Salvador, años más tarde. En segundo lugar, ese olvido también
tiene que ver con el distanciamiento temporal que se ha ido creando respecto a
la historiografía liberal, para la cual en 1829 la victoria liberal tenía un encanto
triunfal, pero que generacionalmente ha perdido su viejo simbolismo. En tercer
lugar, porque la guerra fue motivo para la personalización del período a través
de las figuras de Manuel José Arce, Francisco Morazán y de Mariano Gálvez;
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entonces, desaparecidas esas auras también se diluía el conflicto concreto.
5 En decreto estatal del 4 de junio de 1829 se declaran nulas las elecciones del 31 de octubre de
1826 y considera usurpadores de la soberanía a todos los que legislaron del 26 al 29 y anula
sus decretos, órdenes, leyes, reglamentos y providencias. (Biblioteca César Brañas (BCB), sin
numeración, Catálogo del Archivo de los Asuntos de la Federación).
6 En especial por la obra de Lorenzo Montúfar. Lorenzo Montúfar, Reseña Histórica, Libros I y II.