La primera guerra federal centroamericana, 1826-1829

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rango secundario, sobre todo en torno a los aportes que les correspondió dar en 
una u otra dirección en el escenario bélico federal. Aún más, los procesos sociales, 
políticos y económicos que allí se generaron y sus respectivas contradicciones; 
2) reflexionar sobre el papel que jugó construir y contar con un sistema fiscal 
eficiente para el financiamiento de las guerras internas e internacionales, tomando 
en cuenta que su casi inexistencia resultó ser el talón de Aquiles del proyecto 
político centroamericano general; 3) profundizar, partiendo de indagar en las 
fuentes existente, sobre la discusión de temas centrales como la construcción de 
la ciudadanía, la participación política y el involucramiento de los habitantes 
en la guerra. Ello obligaría a abordar el papel de los “subalternos” (en especial, 
la población indígena) en todo este proceso y, por supuesto, los procesos de 
construcción de consensos y hegemonías en los espacios comunitarios; 4) indagar 
sobre los efectos sociales y económicos que esas guerras tuvieron en el entramado 
social entonces existente y en los diferentes territorios en que la guerra se 
desarrolló; 5) ahondar en el papel que jugaron las cargas económicas y la leva 
impuestas a la población, en especial a los sectores populares urbanos y a los 
indígenas de las poblaciones próximas a las principales ciudades que se vieron 
involucradas en la guerra, 6) analizar mejor el papel de los oficiales extranjeros 
durante esta primera contienda federal y la actividad diplomática de las potencias 
europeas y de Estados Unidos en torno a la misma; y 7) investigar más el papel de 
las mujeres en el desarrollo de la guerra ahora que sabemos que actuaron como 
“vivanderas” haciendo comida y vendiendo servicios sexuales, o que participaron 
en la excavación de fosos y en las enfermerías.

Sin embargo, consideramos que es un primer paso en buena dirección. Un paso 
que ayudará a sentar bases sólidas para, a futuro, emprender la tarea de trabajar 
historiográficamente la segunda Guerra Federal. Esta, que se extendió de 1832, 
a raíz del intento de invasión militar del expresidente Arce desde de Chiapas, 
México y de la fracasada sublevación centralista en Omoa, Honduras, con 
apoyo armado de las fuerzas españolas de Cuba, y duró hasta 1839 cuando se 
disolvió la República Federal o, inclusive, si resultase pertinente, hasta 1842, año 
del fusilamiento del expresidente Morazán en Costa Rica. Una segunda Guerra 
Federal en los mismos territorios, que marcó la continuidad de muchos oficiales, 
centroamericanos y extranjeros, con tácticas y armamentos similares, pero que