Nación y estados, republicanismo y violencia
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Es en este escenario que el oficial Pierzon se convierte en una amenaza para el
gobierno federal. Según Montúfar el gobierno de Arce empezó a desconfiar de
las actividades de su comandante de frontera y decidió relevarlo de su cargo.
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El oficial dejó su cargo en las fuerzas federales, y decidió brindar sus servicios al
gobierno del estado de Guatemala.
Pierzon se trasladó a Quetzaltenango, donde reclutó hombres para luchar contra
la Federación, convirtiéndose en una amenaza militar seria. Todo esto ocurrió
entre septiembre y octubre de 1826, al mismo tiempo las tropas provenientes de
Costa Rica se encontraban en Guatemala, como parte de las fuerzas a las órdenes
del gobierno de federal.
Para ese momento el batallón costarricense estaba compuesto por 138 hombres,
lo cual es un número considerablemente inferior a los cerca de 200 que partieron
desde San José en junio.
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En principio el número es menor porque no se hace
mención de los hombres que componían el cupo federal, por lo cual el comandante
reporta solamente veintitrés bajas en los 4 meses que tenían las tropas en servicio.
Poco se puede decir de esas 23 bajas, pero por lo menos ocho de ellas se debían a
muertes ocurridas en servicio,
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desafortunadamente no se cuenta con reportes
acerca de esos fallecimientos.
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Al menos otros seis habían desertado del servicio
federal, así lo reportó el ya teniente coronel García Escalante
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en los siguientes
términos:
44 Manuel Montúfar, op. cit., p. 55.
45 Revista de comisario del batallón de milicia activa de Costa Rica, octubre de 1826. ANCR. Fondo: Guerra
y Marina. Signatura 9663.
46 Relación de muertes y desertores del batallón de infantería ligera milicia activa de Costa Rica, octubre 1826.
ANCR. Fondo: Guerra y Marina. Signatura 9662.
47 Con excepción del soldado Ibarra ya mencionado.
48 Según su propio reporte el gobierno federal le había otorgado ese rango el 3 de octubre de
1826: Informe del comandante del Batallón Costa Rica de los Sucesos de la tropa. ANCR, Fondo: Guerra
y Marina, Signatura: 9658, f. 8v. Curiosamente el Estado costarricense no reconoció este
ascenso, lo cual dio pie a una disputa entre García Escalante y el gobierno de Costa Rica, en la
que se argumentaba que los ascensos que obtuvo este durante la guerra no fueron aprobados
por la asamblea de representantes (que se había disuelto meses antes) y por tanto no podían
ser reconocidos, véase: Sobre el otorgamiento de los grados militares, 1833. ANCR. Fondo: Congreso.
Signatura 1666.