La primera guerra federal centroamericana, 1826-1829
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Estados para que vuelvan a su atención hacia los verdaderos intereses de la
patria y recursos más adaptables para la reparación del mal. Al efecto, recordaré
algunos hechos demostrativos de la sanidad y buena fe con que se ha conducido
el Estado en la actual crisis.
Cuando el Gobierno federal, en razón de las disposiciones emanadas del
Congreso para reemplazar y reformar con un aumento extraordinario el ejército,
por el riesgo que al parecer amenazaba en las fronteras de la República mejicana
y nuestros puertos del Atlántico, pidió el cupo y contingente que correspondía al
Estado de Costa Rica, a pesar de su lejanía y menores recursos, este lo mandó
con una prontitud, rapidez y orden sin ejemplo: cuando en consecuencia de los
acontecimientos inesperados de la capital de Guatemala, y de los embarazos
que se tocaron para la reunión extraordinaria del Congreso federal, se circuló
la convocatoria de 10 de Octubre, el Gobierno, facultado por la Legislatura del
Estado y con dictamen del Consejo, hizo lo que juzgaba harían de grado los
demás Estados en tan extraordinarias circunstancias: esta adoptó el decreto,
haciéndose la elección de los diputados que se señalaban, y sucesivamente, cuando
llegó el período constitucional para la elección de los Supremos poderes, también
se hizo por los departamentos del estados la elección de sus representantes al
Congreso federal, que, según el orden legal y acuerdos del mismo Congreso,
debían renovarse en aquél período; por que el Estado se hallaba muy lejos de
pensar que se tratase de entorpecer la marcha constitucional y de alterar los
principios establecidos y que hemos jurado cumplir. En consecuencia, cuando se
ha invitado a los Estados por el del Salvador para la reunión del Congreso federal
en Ahuachapán, el de Costa Rica, apoyado en el voto de la Junta preparatoria y
en los que ya se había emitido desde antes por la mayoría de los Estados para la
traslación de los Supremos Poderes federales fuera de la capital de Guatemala,
por ser allí el foco de los partidos y facciones que ponían en combustión a la
República, les comunicó sus instrucciones para que concurriesen a Ahuachapán
o a cualquier otro punto en que, de hecho, se reuniese el Congreso con el objeto
de poner término a los males que afligían a la nación.
La diferencia de Costa-Rica, sus conatos y esfuerzos por el restablecimiento de
la tranquilidad y del orden interior de la República, han quedado sin efecto;
pues el Congreso extraordinario de Cojutepeque ha sido resistido libremente