Nación y estados, republicanismo y violencia
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Anexo
Carta del Jefe de Estado de Costa Rica, Juan Mora Fernández, al
Ejecutivo Federal
San José, 8 de octubre de 1827.
Al Secretario de Estado y del despacho de relaciones del S. G. N. –Por el correo
extraordinario que regresó de esa capital, ha recibido el Gobierno costarricense
diferentes comunicaciones atrasadas, desde el 7 de Abril último, y una colección
de impresos conforme todo al índice de 14 de Agosto próximo anterior. Después
de haber carecido de comunicaciones, desde el 7 de Mayo, y aun de noticias
positivas acerca del estado y progresos de los negocios públicos de la República y
de los Estados, y después de reflexionar sobre la urgente necesidad de restablecer
la tranquilidad interior y el régimen constitucional, mi Gobierno, y aun todo el
Estado, se ha llenado de luto, confusión y amargura, á vista del cuadro lastimoso
que la República presenta en todos sus aspectos; por la desorganización de las
autoridades federales: por el entorpecimiento y embarazos ofrecidos para el
restablecimiento de ellas; por el proyecto avanzado del Salvador de invadir en
marzo á Guatemala; por el contraste y subversión de principios que se observan
entre las partes que, se dice, contienden por lo que se llama restablecimiento del orden:
por los estragos, atrasos, desmoralización y descrédito que acarrea á la República
el estado ominoso de guerra civil á que se ha reducido la cuestión en varios
puntos: y finalmente, por la tendencia peligrosa contra la libertad y seguridad
pública, que se nota en las operaciones de los partidos y que nos amenaza con la
triste alternativa de sucumbir al peso de una tiranía doméstica, o de perecer a los
filos del cuchillo revolucionario.
El Estado de Costa Rica que, en todas las ocasiones, ha dado pruebas inequívocas
de su amor a la paz, al orden y a la ley, no menos que de su decisión por la
libertad e independencia, no puede contemplar sin un secreto espanto y profundo
sentimiento la terrible perspectiva y triste degradación á que rápidamente
camina la República: y el Gobierno, como fiel órgano de los sentimientos de sus
habitantes, si hasta ahora ha guardado silencio, juzgó de su deber romperle ya
é interpelar al Supremo Gobierno de la República y á los que rigen los demás