La primera guerra federal centroamericana, 1826-1829

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federales y, su organización militar y política se vio fortalecida por la experiencia 
de los hombres que participaron en el gobierno federal. Un ejemplo claro de esto 
puede verse en el papel que desarrolló Braulio Carrillo en la década de 1830. 
Enfrentando los resabios de la formación del pacto político de 1821 Carrillo, a 
partir de 1835, consolidó una posición centralista que cristalizó, tras un golpe 
de Estado en 1838, en la separación final de Costa Rica de la República Federal 
y en la mayor codificación y transformación administrativa y política tras la 
Independencia. El objetivo de esto era consolidar un proyecto político propio 
para una soberanía cada vez más asociada a Costa Rica como territorio estatal 
autónomo y no a la nación centroamericana.

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Pero dos consecuencias más deben apuntarse para finalizar. La primera de 
ellas es una imagen política de solidez y republicanismo, que sería clave para 
reforzar el discurso interno de “la diferencia costarricense”, base del discurso 
de nación en la segunda mitad del siglo XIX. Esta imagen queda patente en los 
viajeros que recorren el estado costarricense ya desde la década de 1840, pero 
también en los discursos políticos centroamericanos. Manuel José Arce, por 
ejemplo, desde su exilio en México en la década de 1830, hace una dedicatoria 
a los costarricenses en sus memorias sobre la época del conflicto, calificando a 
ese estado como el lugar “donde verdaderamente han gobernado funcionarios 
que tienen virtudes republicanas”, y que “merece los encomios que siempre 
acompañan a los pueblos virtuosos”.

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La segunda consecuencia está señalada en el texto clásico de Pedro Chamorro. 
Según este autor, “este decreto [la Ley Aprilia] es básico para comprender la 
disolución de Centro América, porque en sus considerandos encontramos las 
razones que invocaron después los otros Estados para romper definitivamente 
la Federación Centroamericana”.

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 Aunque si bien no creemos que este decreto 

creara las condiciones de dicha disolución, las que por lo demás proceden de un 
complejo conjunto de factores, sí queda claro que se transformó en un modelo 
discursivo y una influencia, reafirmando la imagen exterior que consolidó Costa 
Rica durante la guerra.

63 Sobre este tema puede verse Taracena, Arturo, “Nación...”, 1995, pp. 53-55.
64 Arce, 

Memoria, 1830, –dedicatoria inicial, no numerada–

65 Chamorro, 

Historia, 1951, p. 255.