La primera guerra federal centroamericana, 1826-1829
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a las representaciones estatales en el Congreso y Senado. Esta acción fue apoyada
por el Ejecutivo costarricense, el cual envió cartas a los demás estados federales,
recibiendo noticias positivas de León y San Salvador.
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Lo que no se sabía en Costa Rica era que las discusiones y negociaciones entre
las partes habían comenzado el 18 de abril de 1828, entre Manuel Montúfar y
José Matías Delgado.
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La reunión de ambos líderes, los días 19 y 20 de abril,
dieron como resultado un acuerdo sobre la necesidad de una nueva reunión que
no incluyera a nadie del Ejército. Así se realizó el 7 de junio, concluyendo el día
12 del mismo mes con la firma de los acuerdos de Esquivel.
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Entre los puntos más importantes de la misma, destacan el reconocimiento
por parte de El Salvador a la autoridad del Poder Ejecutivo, ejercido por el
vicepresidente Mariano Beltranena, y la declaración de pertenencia de ese estado
a la República Federal. Para cumplir con este tratado, el gobierno federal sería
apoyado por una junta de representantes de Guatemala, El Salvador y Costa Rica
(Aguilar). Se convocaría a una “dieta”, conformada por dos diputados de cada
estado federal, con el fin de deliberar sobre la convocatoria hecha el 5 de diciembre
para reconformar el Congreso y Senado de la Federación.
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Pero al final, la acción
de los salvadoreños, desconociendo el acuerdo el 22 de junio, y la marcha de las
tropas de Francisco Morazán hacia El Salvador y su subsecuente entrada en San
Salvador el 23 de octubre, impidieron el mantenimiento del acuerdo.
Hasta este punto la misión de Manuel Aguilar había transcurrido entre promesas
y desilusiones. Llegó a Guatemala el 28 de abril de 1828 bajo la comisión de
Costa Rica, y respaldado por la amenaza que su gobierno había hecho al
Ejecutivo federal sobre su separación del pacto. Según Montúfar el recibimiento
de este diplomático fue muy diferente según las facciones a las que visitó. Así,
36 idem.
37 Marure,
Bosquejo, 1878, p. 131.
38 ibid., p. 132.
39 Chamorro,
Historia, 1951, p. 237. Según Marure estos acuerdos, forzados por las circunstancias,
dejaban en muy mala posición a los salvadoreños frente a los guatemaltecos. Estos conservaban
toda su fuerza y posición política, mientras que los otros lo perdían todo. Marure, Bosquejo,
1878, p. 133.