La primera guerra federal centroamericana, 1826-1829
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no existe la Federación, ésta no puede dejar de serlo de derecho mientras que los
pueblos todos que concurrieron legalmente á formar no concurran á romperlo
de la misma manera [...]”.
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La República Federal iba rumbo a su final desde el momento en que no logró
consolidar una fuerza legítima, el ejecutivo era fácilmente ignorado debido a que
cada región poseía capacidad de contestar a la autoridad federal, respaldada
por fuerzas militares propias.
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La imposibilidad de consolidar un poder militar
fue también consecuencia de una administración hacendaria deficiente y es en
este último punto donde se manifiesta de manera más clara la falta de autoridad
federal.
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Si la soberanía residía en cada pueblo, los recursos que sostenían al
gobierno eran también una concesión voluntaria y los pueblos podían reclamar
legítima y legalmente su control en cualquier momento.
La guerra estalló a fines de 1826. El teatro de operaciones militares estaba
ubicado en el triángulo Guatemala-El Salvador-Honduras. Mientras, en 1827
los conflictos internos, en relación al nombramiento del gobierno en Nicaragua,
habían desatado una vez más las luchas armadas entre León y Granada. Así,
la lejanía y las circunstancias habían permitido que Costa Rica se mantuviera
separada del conflicto, pero no de la política centroamericana. La existencia de la
Federación tenía importancia capital para el gobierno en San José.
Entre 1825 y 1826, las acciones de la República Federal fueron importantes para
la definición de las fronteras del estado de Costa Rica (ver Mapa 5). La firma el
15 de marzo de 1825 del “Tratado de unión, liga y confederación perpetua entre
la República de Colombia y las Provincias Unidas del Centro de América”, y su
confirmación al año siguiente,
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así como las resoluciones del Congreso y Senado
13 “Decreto 175 de 1829” (Ley Aprilea) en Colección, 1886, p. 123.
14 Esta posición es clara en el trabajo de Julio César Pinto Soria. Ver Pinto, “Independencia”, p. 108.
15 Rodríguez, “Estado”, 2010, pp. 81-99.
16 En la década de 1820, debido a una real orden de 1803, Colombia había mostrado su interés
en el control del Caribe de Centroamérica. En 1824 había ordenado la colonización de una
región que se encontraba en el sur de Costa Rica (ver Mapa 1), lo que llevó a la negociación
del dicho tratado en 1825 y su ratificación y ampliación para incluir a Colombia, México y
Perú en 1826. Sibaja, “Límite”, 11-13; Pombo, Recopilación, 1845, p. 430 y ss.