La primera guerra federal centroamericana, 1826-1829

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gastos al exhausto tesoro, y a fatigar a los pueblos con la repetición de 
elecciones que no dejarían de ser tumultuosas.

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La estrategia de los federalistas se basó en varias consideraciones de orden 
político, económico y social: a) la necesidad de reducir la influencia de la Iglesia 
católica, tradicional aliada de la élite guatemalteca y que mantenía en el territorio 
centroamericano el monopolio de la educación; b) permitir un ensanchamiento 
de la ciudadanía hacia los mestizos y ladinos en general, que conformaban los 
sectores medios y populares urbanos en todo el territorio; c) garantizarle a cada 
gobierno estatal el cobro de los impuestos y alcabalas para el manejo de sus asuntos 
particulares y d) respetar y consolidar el poder local de las municipalidades, fieles 
representantes de los “pueblos” soberanos. 

Para garantizar todo ello, los federalistas habían introducido constitucionalmente 
la figura del “senado”, institución que estaba constituida por representaciones 
iguales entre los cincos estados de la Federación y no sobre una base demográfica 
como era el caso del Congreso, lo cual favorecía el mantenimiento de le hegemonía 
guatemalteca. Así, el Senado se convertiría en instrumento para frenar tanto a los 
poderes federales ejecutivo y legislativo.

Por su parte, los centralistas afirmaban que, si bien el territorio de la nueva 
república era lo suficientemente grande y poblado para formar parte de las 
naciones modernas, el hecho de que la mayoría de la población rural fuese 
indígena y analfabeta, obligaba a concentrar el poder en una élite cultivada 
y con experiencia en el manejo de los asuntos de Estado y consciente de las 
amenazas exteriores que se cernían sobre Centroamérica por su sus dificultades 
de articulación interna, tal y como lo mostró la anexión a México y la continua 
expansión del imperialismo inglés, así como las posibilidades de una reconquista 
española. Ello exigía que la forma de gobierno fuese presidencialista, con un 
Ejecutivo fuerte, capaz de nombrar todos los puestos públicos civiles y militares, así 
como centralizar la estructura fiscal y el poder municipal creado por la Asamblea 
Constituyente de 1823, pues la soberanía debía de corresponder a la nación y no 

3 Alejandro Marure, Bosquejo histórico de la Revoluciones de Centro América desde 1811 hasta 1834, escrito 

por (…), Guatemala, Imprenta de la Academia de Estudios, 1837, p. 214.