Nación y estados, republicanismo y violencia
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otros obstáculos.
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En la derrota de las autoridades del estado de Guatemala
en 1829, participaron estos mismos pueblos indígenas de Sacatepéquez como
cargadores en apoyo al ejército venido de Honduras y El Salvador, tal como lo
reconoció Mariano Gálvez, encargado del despacho de Hacienda del nuevo
gobierno de Guatemala:
(…) lo anuncio solo (porque sería muy largo puntualizarlos) para que los
representantes con una idea de ellos, hagan a favor de aquellos pueblos que
además auxiliaron al ejército con más de 600 caballos, con dos escuadrones
y dos batallones, las gracias a que son acreedores. No hubo algún pueblo de
indígenas, que no llevase al gobierno o al campo del ejército presente de
víveres y moneda o de otros efectos necesarios para la guerra o el soldado.
Y alguna vez quinientos indígenas estuvieron de auxilio con sus brazos por
cortas indemnizaciones y con semblantes placenteros dispuestos siempre a
nuevos servicios.
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La razón estaba en que el fin de la guerra, en abril de 1829, obligó a buscar
una urgente reorganización de los cuerpos militares existentes, para asegurar
la estabilidad en todo el territorio del estado guatemalteco.
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De esta manera,
en junio de 1829, se establecieron nuevos batallones de milicia activa, aunque
manteniendo el reglamento de 10 de noviembre de 1825, decreto 64, para el
reclutamiento. Sin embargo, la principal diferencia con este reglamento fue
la sustitución de los sorteos en pueblos indígenas, pues “en los pueblos cuya
generalidad sea de indígenas, no se harán sorteos, sino que los jefes políticos
pedirán un joven soltero a las respectivas municipalidades por cada 500 habitantes
de que conste la población”.
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47 A finales de enero de 1828, se registraron más de ochenta mujeres en estas labores.
48 Breve idea del ramo de Hacienda, p. 7.
49 No extraña así que en el discurso de Juan Barrundia en 1830 se expresara así de los indígenas
como soldados: “En la clase de los indígenas generalmente se han descubierto las cualidades
más útiles y más eminentes del soldado. La República debe formar de ellos principalmente sus
batallones de más confianza. Sufridos, económicos, dóciles y de un valor frío, ellos han sido la
admiración y el desempeño de los jefes extranjeros y Centro-americanos en las empresas más
atrevidas.” FO 254/5, Mensaje presentado al Congreso Federal, f. 87v.
50 BNG-CV, No. 1952, Hojas Sueltas 1829, Decreto de 16 de junio de 1829. Esta medida excluía a