Nación y estados, republicanismo y violencia

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soldados era una forma de descargar tal peso sobre los recursos humanos de Los 
Altos, región que se habían convertido en retaguardia de la Ciudad de Guatemala 
en 1828 ante la amenaza de las fuerzas salvadoreñas que se le acercaban.

Con este cambio sobre el uso de la población indígena en los cupos y levas 
militares, el gobierno del estado de Guatemala atendía las principales emergencias 
surgidas por la guerra. En este sentido, el mismo José Francisco Córdova había 
cambiado de opinión, ya que en 1824, como diputado de la Asamblea Nacional 
Constituyente, había negado la participación indígena en los cuerpos milicianos.

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Ahora bien, la población indígena sujeta a servicio militar podía provenir de los 
mencionados cuerpos de caciques, tales como el de Totonicapán, pero también 
de los poblados más cercanos a la capital, Escuintla y Chiquimula, ya que estos 
últimos tenían un mejor manejo del castellano y por ello muchos eran conocidos 
como “indios aladinados”.

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A finales de enero de 1829, con el eminente sitio a la Ciudad de Guatemala por 
parte de las tropas provenientes de los otros estados federales, el gobierno de 
Guatemala exigió a todo hombre disponible integrarse a los cuerpos militares 
para la defensa.

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 Estas condiciones llevaron a un intento de levantar soldados 

indígenas en Los Altos por parte de una columna militar dirigida por el encargado 
del despacho de Guerra, Antonio José de Irisarri. Como se ha mencionado, uno 
de los pueblos más afectados sería San Andrés Xecul, en el departamento de 
Totonicapán, el cual fue quemado ante la negativa de la población indígena por 

42 “En general la clase de los indígenas es opuesta a toda innovación; y no solo no hay dato 

alguno para presumir que quieran el federalismo, sino que juzgando por las probabilidades, 

y por las conocidas inclinaciones de esa tan infeliz como apreciable porción de la sociedad, 

puede asegurarse que han de detestarlo de todo corazón. Ellos quieren lo que les cueste menos, 

ellos no tienen ambición ni esperan para sí los destinos de que abunda el sistema federal, y 

que acaso son el primer agente de su aclamación, entre el mayor número de sus devotos; ellos 

no quieren que se les ocupe con elecciones populares, con milicias cívicas, ni con nada que sea 

sacarlos de sus usos y costumbres.” Voto del ciudadano, pp. 5-6.

43 Michael Fry, “Política agraria, pp. 25-45.
44 El 21 de enero de 1829, el gobierno decreto la obligación de todo varón a pertenecer a los 

cuerpos encargados de la defensa ante el hecho que “la defensa del Estado no se hace con la 

equidad necesaria, porque se eximen del servicio de las armas muchos individuos llamados a 

él por la constitución, y por los deberes que la sociedad impone a todos los participantes de los 

beneficios sociales.” Decreto del 21 de enero de 1829, FO 254/3 fs.122-3.