Nación y estados, republicanismo y violencia
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del bando federalista de ampliar el acceso a la ciudadanía, otorgándosela a
quienes servían a las milicias. Esa había sido la ruta seguida por ladinos en las
milicias rurales y por “caribes” (garifunas y haitianos) en las milicias conformadas
para la defensa de la costa guatemalteco-hondureña. La experiencia militar de
estos últimos resultó importante desde esta primera Guerra Federal y, aún más,
en la que dio inicio el año de 1832 peleando contra los intentos de invasión
centralistas con apoyo español desde Cuba y Belice. García Granados recuerda
que, durante la invasión a El Salvador del año de 1827, como suboficial que era,
fue designado al mando de una partida de “16 negros, compuesta en gran parte
de caribes de Trujillo, y en parte de esclavos africanos de nacimiento, prófugos
del establecimiento inglés de Belice”, la que quedó integrada a la 4ª. Compañía.
Según él, los primeros eran “más civilizados” que los segundos, pues no tenían
vicios y eran inofensivos. Como los negros beliceños no hablaban castellano, él
fue el encargado de tratar con ellos en lo concerniente al prest. Su objetivo era
conducir municiones y dinero al ejército.
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Con el fracaso de esa campaña, se
hizo necesario para el gobierno de Aycinena desplegar una actividad fuerte para
levantar un nuevo ejército. La base del mismo fue la formación de dos batallones
de “patriotas” entre los habitantes de las principales ciudades guatemaltecas.
Desde la coyuntura independentista, los Aycinena tuvieron bastante ascendencia
sobre los artesanos de la ciudad de Guatemala,
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aunque se pidieron voluntarios
a la ciudad de Antigua y a las regiones de Los Altos y las Verapaces. Esto último
hizo aumentar la participación indígena en las tropas federal-guatemaltecas.
La presencia de reclutas ladinos siguió siendo fundamental. La mayoría de los
400 altenses que fueron enganchados en ese período era de “barreños” de la
ciudad de San Marcos. Así, en poco tiempo se levantó una fuerza de 2 800
hombres. El nuevo ejército federal estuvo compuesto por un batallón de 600
hombres, dividido en 6 compañías, una de ellas de cazadores, más un batallón de
64 García Granados, Memorias, II, pp. 101-104.
65 Ya en la década de 1830, los artesanos de las ciudades de Antigua y Guatemala se aliaron con
el gobierno presidido por Gálvez, tanto por la victoria de los federalistas, como por su política
económica. Sin embargo, en la década de 1840, esos mismos artesanos volverían a pactar con
los centralistas de Carrera. Esta era un comportamiento gremial de antiguo régimen, que solo
empezó a desmoronarse con el surgimiento en Guatemala de las ideas positivistas a mitades
de la década de 1860.