La primera guerra federal centroamericana, 1826-1829

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g) Demora en los planes de movilización de las tropas. Esta se volvió una constante 
del Ejército guatemalteco, cuyos oficiales desde el inicio de la guerra actuaron 
conservadoramente a diferencia de los oficiales salvadoreños, que habían recibido 
la orientación que les inculcaron los oficiales de origen colombiano sobre que 
“la sorpresa” es clave en el arte de la guerra.

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 Un elemento que uno de los 

participantes en esta primera guerra, Rafael Carrera, supo luego valorar a raíz 
de su primera derrota como comandante frente al general quetzalteco Agustín 
Guzmán en las inmediaciones de la Ciudad de Guatemala en 1838, pues nunca 
más dio tiempo a sus enemigos para prepararse.

h) Las prácticas extralegales en la adquisición de recursos.

 Hasta el año de 1826, 

el poder federal controlaba la compra de recursos militares para el ejército 
federal y para los ejércitos estatales. Sin embargo, con los sucesos de Los Altos y 
luego la guerra entre El Salvador y Guatemala de inicios de 1827, se pasó a la 
búsqueda del control de los depósitos de armas del enemigo y el surgimiento de 
fuerzas guerrilleras para hostigar a las columnas opositoras con el fin de hacerse 
de pertrechos. A su vez, dio inicio la política de compra de armas y pedidos 
de ayuda a países terceros. Por ejemplo, el estado de El Salvador la hizo con 
países de América del Sur (Colombia, Ecuador, Perú), ofreciendo cargas de añil 
confiscadas a casas comerciales guatemaltecas.

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 Paralelamente, la escasez de 

recursos abrió las puertas a la depredación de las haciendas y las casas comerciales. 
Así, las tropas federales empezaron a sacar recursos de los pueblos y haciendas 
salvadoreñas en el prolongado sitio de San Salvador de 1827 y, para la segunda 
campaña militar contra El Salvador del año siguiente, el ejército federal ya había 
destacado escuadrones especiales para incursionar en las haciendas en busca de 
caballos.

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 Del lado salvadoreño, a inicios del año de 1828, el coronel Merino 

trabajó también por aumentar su fuerza y para hacerse de recursos –escasos 
en aquel estado federal– envió a una división al departamento guatemalteco 
de Chiquimula con el propósito de requisicionar alimentos, dinero y pertrechos 
de guerra. Lo hizo también atacando la ciudad de Zacapa, apoderándose allí 

38 Montúfar y Coronado, Memorias, p. 82 y ss.
39 Montúfar y Coronado, Memorias, p. 103 y ss.
40 García Granados, Memorias, II, p. 215.