Espacios Políticos, Año XI, número 18, junio de 2019, pp. 79-97
San Simón y su culto en un contexto de prostitución en la frontera México-Guatemala
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los que ciertos clientes intentaron
tocarme. Sabía que estas actividades
eran prácticas que se desarrollaban
en el bar y, a pesar de la incomodidad
que sentía, comprendía que había
sido quien irrumpió un espacio y que
tenía que buscar la forma de rechazar
las propuestas y los toqueteos,
aunque varias veces acepté tomar
una cerveza.
Todas estas experiencias
me hicieron pensar en el diseño
metodológico de la investigación.
Definitivamente,
la
observación
participante, propuesta por el
antropólogo polaco Malinowski en Los
argonautas del pacífico occidental,
estaba lejos de ser el modelo que usaría
para este trabajo. La investigación
se había convertido, además de
una experiencia académica, en una
experiencia vital y personal. Por esa
razón, recurrí a la propuesta del Dr.
José Alejos García, expresada en
su libro Mosojäntel, etnografía del
discurso agrario entre los ch´oles de
Chiapas, que versa así:
En este trabajo parto de la premisa
de que los ch´oles expresan en su
relato del mosojäntel, un saber que
es propio, una concepción cultural
de la vida y de su historia, que el
etnógrafo puede llegar a comprender
en profundidad y reproducir en su
propio lenguaje. Para lograrlo, éste
debe establecer con la comunidad
relaciones interpersonales que le
permitan comunicarse efectivamente
con la gente, abriendo así el canal para
entender el sentido de sus enunciados
(…) Si el etnógrafo es un participante
del evento del habla, su presencia
es parte intrínseca del sentido de lo
dicho. Este aspecto de la información
etnográfica debe entonces ser parte
de la descripción misma, de manera
tal que se reconozcan las condiciones
concretas de la producción del
discurso, y que no se escuche solo
la voz del investigador, sino también
las voces de los otros actores (Alejos,
1994, pp. 27-28).
Esta propuesta se reconoce como
parte de la antropología dialógica, y
reconcilia las posturas «etic» y «emic»
que surgen durante el estudio, pues la
idea principal es construir un diálogo
con las distintas voces que se ponen
en la escena de la investigación.
Entre más me acercaba al grupo
de prostitutas guatemaltecas que
veneraban a san Simón en el Kumbala,
los diálogos más movían mis propios
esquemas de lo que significaba el
santo y la prostitución. Otra de las
ventajas de esta postura etnográfica
era la posibilidad de situarme en el
texto descriptivo, mostrando las
experiencias que me acercaron al
contexto devocional del santo. El
trabajo de campo en Macondo me
situó en condiciones de alto riesgo que
más adelante describiré, sin embargo,
los duros momentos que viví en el
lugar me hicieron parte de una red de
seguridad que las prostitutas habían
creado para salvaguardarse de los
peligros que las acechaban.