Espacios Políticos, Año XI, número 18, junio de 2019, pp. 41-56

Creencias, rituales y religiosidades en la frontera Guatemala-México

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y tradicionalistas quienes instituyen 
y patrocinan el ceremonial, junto 
con sus rezadores, sus priostes, sus 
banderas, sus emblemas, sus músicos 
y las comideras.

Los santos, las peregrinaciones 

y las visitas recíprocas a espacios y 
entes simbólicamente sagrados, son 
parte de un historial colectivo que 
producen y reproducen sus propias 
geografías en la frontera sur de México 
y el noroccidente de Guatemala. 
Estos actos repetitivos caracterizan 
las colectividades móviles, que 
definen los espacios del movimiento, 
la naturaleza de los territorios y las 
redes (Tarrius, 2000, p. 41). Uno de 
tantos ejemplos es la peregrinación 
o romería (k’u’anel) que surge de La 
Trinitaria, Chiapas hacia San Mateo 
Ixtatán, Guatemala. En ella participan 
pueblos tojolabales y mayas de 
Huehuetenango, coordinados por el 
presidente y su grupo de la romería, 
durante el segundo viernes de 
cuaresma de cada año. Son más de 
doscientos personas, más las que se 
van uniendo en el trayecto que dura 
cuatro días entre un punto y otro 
cruzando la frontera por La Mesilla.

Al llegar a San Mateo, los peregrinos 

entregan la ofrenda al alcalde: una 
tapa de panela, ochenta manos de 
cacao, un litro de aguardiente y dos 
piezas de chocolate (Guzmán, 2001). 
Esta es una del conjunto articulado 
de peregrinaciones regionales que, 
como bien dice Millán (1993), son 

actos que marcan tiempos, tanto en 

la vida cotidiana como en momentos 

festivos de veneración, que tienen 

la virtud de unir diversos puntos 

geográficos a través de la visita. En 

ellas se piden favores y se ofrecen 

promesas en diferentes escenarios 

que se representan en «pactos» 

entre los hombres y la divinidad y una 

búsqueda de contacto con el «otro» 

sagrado, que no es visible. Pero los 

rezadores, como hombres elegidos y 

con poderes sobrenaturales, hacen 

posible la comunicación a través de 

rezos y oraciones en el marco de una 

cadena de intercambios tanto entre 

hombres como entre los hombres y 

las deidades de la naturaleza.

Para la discusión…

Guatemala y Chiapas, Chiapas y 

Guatemala nos ofrecen una compleja 

geografía religiosa de influencia 

mutua que va mucho más allá de los 

límites de los Estados-nacionales. En 

esa franja transfronteriza se observan 

dos conceptos sagrados (pueden 

existir más) equiparados aunque 

distinguibles: por un lado, iglesias 

altamente institucionalizadas, cuyos 

proyectos de expansión religiosa se 

construyen sobre formas de gobierno 

y jerarquías que trascienden los 

sentidos de la fe y la creencia de su 

feligresía; por otro lado, están aquellas 

cuya legitimación no pretende más 

que la fe y la devoción por el santo, la 

virgen, la ofrenda para el santuario, el 

conocimiento de rutas de peregrinaje,