Carolina Rivera Farfán
Espacios Políticos, Año XI, número 18, junio de 2019, pp. 41-56
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a instituciones y sistemas, ya que esta
va más allá de la relación hombre-
sagrado y se expresan a través de
ciclos rituales que simbolizan visiones
del mundo y permean la cosmovisión,
ideas, creencias y su relación con
deidades. Es difícil establecer el
número de personas que se adscriben
a estas religiosidades costumbristas,
aunque se ha registrado que conviven
y mezclan con aquellas ligadas a
credos institucionalizados, tanto
católico e incluso evangélico.
Fuera de este gran universo
cristiano se encuentran las nuevas
comunidades musulmanas sufí y sunni
en el antiplano chiapaneco. Centradas
en la ciudad de San Cristóbal de
Las Casas, estas se recrean en la
orientación sufí-murabitún que
impulsaron españoles musulmanes a
principios de los años noventa entre
familias tsotsiles (del municipio de
San Juan Chamula, principalmente),
asentadas en la periferia norte de
la ciudad, y que anteriormente
fueron expulsadas de sus localidades
de origen por convertirse a los
protestantismos.
Hoy, se desconoce el número
de afiliados de ambas corrientes del
Islam en Chiapas, pero más del 90 por
ciento de su membresía la componen
familias tostsiles y tseltales mayas
de los Altos, distribuidos en cuatro
grupos de musulmanes subdivididos.
Lo anterior demuestra la constante
reconfiguración del campo religioso,
devenido en plural, que marca
de forma diferenciada la vida
sociocultural de localidades urbanas
y rurales en la región (Rivera, 2009).
3. Dios no tiene fronteras.
Influencia evangelizadora
en zonas fronterizas de
Guatemala y Chiapas;
una relación de mutua
dependencia
No es posible, en la actualidad,
entender este plural escenario
religioso de la frontera sur de México
si no se comprende la influencia que
sobre él ha ejercido la religiosidad de
la vecina Guatemala. La presencia
y crecimiento de los cristianismos
no católicos, primero de iglesias
históricas (presbiteriana y nazareno)
y ahora de las pentecostales y
neopentecostales, se deben en gran
medida al impulso que misioneros
guatemaltecos han mantenido
sobre vastos territorios de Chiapas.
Particularmente relevante fue la labor
realizada por la Iglesia presbiteriana,
proveniente del sur de los Estados
Unidos, que emprendió su actividad
misionera durante los últimos años
del siglo XIX, la cual se desenvolvió
de forma coyuntural cuando algunos
guatemaltecos se incorporaron al
trabajo en las fincas cafetaleras, en
localidades fronterizas de las regiones
Soconusco y Sierra en Chiapas.
No hubo un proyecto misionero
establecido, sino un contacto de