Espacios Políticos, Año XI, número 18, junio de 2019, pp. 41-56
Creencias, rituales y religiosidades en la frontera Guatemala-México
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compartido entre la población
asentada en la franja transfronteriza
entre Chiapas y el noroccidente de
Guatemala. Es la fracción fronteriza
que presenta hoy la mayor movilidad
laboral, económica, social y cultural
de toda la frontera sur de México en
su colindancia con Guatemala. Desde
la perspectiva sociocultural se observa
el espacio en el marco de una geografía
de espacio-tiempo, como actos
repetitivos, cotidianos de los lugares,
en vez de un territorio fragmentado por
una línea de dos Estados nacionales:
Guatemala y México.
El entorno fronterizo entre
ambos países está marcado hoy por
procesos de homogeneización de los
Estados nacionales, la geopolítica
contemporánea y la globalización. Es
un territorio construido por vínculos
comunitarios transfronterizos sobre
el que las relaciones laborales, de
parentesco, comerciales, religiosas y
el intenso flujo de transmigrantes, se
han construido a través de procesos
históricos de vieja data. Estas
relaciones implican movimientos,
reconocimientos, negociaciones,
diferencias y disputas en las que
intervienen distintos actores que crean
redes que, a su vez, forman parte de
campos sociales transfronterizos.
El presente artículo se centra
en un fragmento de la dinámica
religiosa recreada por los actores que
habitan una frontera heterogénea en
desigualdad y asimetría estructural.
En ella, la religión proyecta sus
preceptos y acciones mediante los
cuales posibilita la construcción
de territorios devocionales que
configuran una geografía religiosa.
Por un lado, se aborda al caso de dos
iglesias altamente institucionalizadas,
la Presbiteriana y la Iglesia del
Dios Vivo, Columna y Apoyo de la
Verdad, conocida como La Luz del
Mundo. En un segundo momento
se observa otro gran referente de
colectividades móviles que definen,
de distinta manera, los espacios de
acción, sus expresiones religiosas
y las dimensiones de sus redes. Es
el de la religiosidad indocristiana
(popular, de la costumbre o de la
tradición como es evocada) centrada
en la devoción a santos y vírgenes
que construyen referentes religiosos,
bordados en los linderos fronterizos,
a través de una serie de procesiones,
peregrinaciones, celebraciones
rituales y prácticas espirituales a
través de centros ceremoniales
comunes. Esta religiosidad se
fundamenta en sistemas rituales que
remarcan la relación entre comunidad,
territorio, organización social y orden
supraterreno de valores considerados
sagrados, con cuyas acciones sus
seguidores (individuos y comunidades
religiosas) demarcan territorios
sagrados transfronterizados.
Ambas expresiones se
desenvuelven en instituciones
estructuradas a partir de un gobierno
jerárquico que propone, analiza y