Espacios Políticos, Año XI, número 18, junio de 2019, pp. 21-38

Esta orilla que es nuestro centro. Producción imaginaria de la frontera: 

Una mirada desde el borde Chiapas-Guatemala

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que autolegitima su avance. Según 
Turner, los «pioneros», colonizadores 
del oeste norteamericano, asumían su 
arribo hacia parajes «desocupados» 
y «salvajes» como una conquista de 
la frontera. En la interpretación de 
Taylor: «consistía en aquellas áreas 
de penetración angloestadounidense 
que todavía no habían sido 
completamente transformadas en 
una forma de sociedad estable y 
totalmente civilizada» (2007, p. 242). 
La noción actual no carece de este 
tipo de propósito: culturizar, civilizar 
y dominar los territorios ambiguos. 
La parte cruda del proceso es que 
la intención expansionista sobre el 
territorio se enfrenta a sociedades 
que previamente lo ocupan y que en 
aras de la construcción del Estado-
nacional deberán ser colonizadas y 
desterritorializadas. T. K. Oommen 
(en Giménez, 2000) muestra que 
el proceso de constitución de los 
estados nacionales fue posible a partir 
de desterritorializar a los pueblos 
minoritarios, produciendo así a los 
grupos étnicos subalternizados. 

El grupo étnico sería entendido, bajo 

esta perspectiva, como aquella sociedad 
minoritaria, que se vio arrebatada de 
su territorio originario por la expansión 
del Estado nacional. Grupos que 
curiosamente se encuentran en las 
fronteras o fueron orillados a poblar en 
los últimos eslabones de las regiones 
nodales. En las fronteras mexicanas 
tales son los casos de los kikapú y los 
tohono odam en norte y de los mam 

en el sur, donde la demarcación de la 

línea fronteriza dividió sus territorios. 

La producción de la frontera supone el 

arribo de dispositivos estatales sobre 

«espacios ambiguos» que deben ser 

recolonizados por encima de otras 

culturas.

Pero, ¿cómo se produce y fortalece 

el imaginario de la frontera en la 

actualidad, donde la mayoría de los 

linderos nacionales están ya definidos 

vía acuerdos internacionales? ¿Cómo 

opera la expansión (que no puede ya 

ser territorial) y cómo se produce la 

recolonización del borde sobre sujetos 

que ya pertenecen a una nación, pero 

en condiciones de subalternidad? Se 

considera que la recolonización de la 

frontera se logra a través de cuatro 

dispositivos, no necesariamente 

sucesivos, pero sí complementarios 

para fines de dominación, estos son: 

la fronterización, la delimitación, la 

demarcación y la construcción de 

una franja fronteriza, etapas que 

en su conjunto podemos llamar «la 

producción imaginaria de la frontera». 

Dicha producción desborda la simple 

delimitación territorial, ya que 

integra procesos sociales, culturales, 

económicos e históricos.

La fronterización supone un 

proceso histórico a partir del 

cual se cristaliza en el imaginario 

social la orilla del territorio: es el 

margen hasta donde llega el poder 

estatal; es la frontera de la que 

hemos venido hablando. Responde 

a la construcción imaginaria