Espacios Políticos, Año XI, número 18, junio de 2019, pp. 79-97

San Simón y su culto en un contexto de prostitución en la frontera México-Guatemala

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que ganaba una noche, lo ganaba al 

mes en la fábrica de jabones.  

Durante dos años vivió del baile, 

pero un día la encargada de la barra 

show la vendió a un colombiano; 

ella no se «estrenaba»

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 todavía. El 

hombre se volvió loco por ella e iba 

casi todas las noches y la ayudaba 

económicamente. De pronto, un 

problema familiar estalló en casa: una 

hermana se había embarazado y tuvo 

a su «güirito»

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 a los siete meses. 

Dicha hermana desapareció después 

de unos meses de haber parido. La 

buscaron en hospitales, presidios, en 

las calles; parecía, según Sheila, que 

la tierra se la había tragado. Después 

de seis meses habló para avisar que se 

había ido a vivir a Los Ángeles. Sheila 

se había retirado del baile para cuidar 

al bebé de la hermana. Se sostenía con 

los pocos dólares que esta mandaba, 

pero poco tiempo después dejó de 

mandar dinero y de dar señales de 

vida, ya jamás se supo de ella. Sheila 

regresó, en sus palabras, a la vida 

de «chiquipulga»

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, mientras el tío se 

hizo cargo de la pequeña criatura. Su 

abuela siempre dudó del trabajo en 

la fábrica de jabones y ante ello, le 

tuvo que contar la verdad. La abuela 

comprendió, guardó el secreto y le 

mintieron al tío diciéndole que Sheila 

trabajaba en la agencia Nestlé. 

9

 No había tenido relaciones sexuales.

10

 Es un término coloquial para referirse a los 

niños pequeños en Guatemala.

11

 Chiquipulga es un término coloquial que quiere 

decir prostituta.

Después de unos años conoció a 

quien fue su marido: el dueño de una 

barra show donde trabajaba. Cuando 

aquel hombre la vio bailar se volvió 

loco. Sheila tiene la capacidad de llevar 

a la locura a los hombres; es una mujer 

muy bella, con una sensualidad sin 

precedentes. Ellos tenían relaciones 

sexuales a cambio de dinero y ciertos 

privilegios dentro del bar. Un día él le 

propuso matrimonio y ella accedió; 

se llevó con ella a su hijo y se fue a 

vivir con aquel hombre. Fueron ocho 

años los que estuvo casada con él, en 

una relación envuelta en violencia y 

hambre, pues a pesar del dinero que 

tenía el marido, apenas le daba para 

la comida. Durante su matrimonio 

se embarazó, aunque perdió al niño 

después de que él le propinara una 

golpiza a los ocho meses.

La vida de Sheila no fue fácil. A 

pesar de esto, siguió con él un poco 
más y se volvió a embarazar. Un día, 
cuando ya había tenido al niño, fue 
a la barra show a pedirle al hombre 
dinero para comer. Ella me decía que lo 
peor que puede hacer una persona es 
pedir dinero para eso. El tipo, enojado 
por semejante atrevimiento agarró 
su fusil y le baleó la pierna. En ese 
momento, ella sintió que tocó fondo 
y que no podía más con la situación. 
Después de la hospitalización, cuando 
salió, la vecina que cuidaba a sus 
hijos le aconsejó que se fuera de ahí. 
Ella se puso en contacto nuevamente 
con su amiga nicaragüense para 
solicitarle ayuda.