59

Ana Gabriela López González

Espacios Políticos, Año X, número 17, agosto de 2018, pp. 53-72

de que existe poca tierra nueva 

para la agricultura; iv) promover 

la intensificación sustentable de 

cultivos; v) reducir el desperdicio 

en países de altos y bajos ingresos; 

vi) desarrollar mediciones para 

evaluar el progreso; vii) anticipar las 

restricciones en la disponibilidad 

del agua para producir alimentos; 

y viii) empoderar a los ciudadanos 

(Idíes y KAS, 2013, págs. 4-5).

Ante las rutas propuestas, es 

necesario hacer énfasis en la situación 

actual del agro guatemalteco. Si bien, 

este produce todavía la mayor parte 

de alimentos para el país, el 40 % 

de la población rural no tiene acceso 

a los alimentos necesarios. Por otro 

lado, el medio rural provee servicios 

ambientales no solo a Guatemala, 

sino al mundo. A través del sistema 

natural se obtiene agua y, por ende, 

energía hidroeléctrica. El 65 % de la 

población rural no tiene tierra o posee 

menos de una manzana de terreno. 

Aunque en alguna medida las remesas 

representan el sustento de algunas 

familias rurales, la migración es otro 

factor que afecta la SAN.

En la intervención del vicerrector 

Juventino Gálvez, sobre el subsistema 

ambiental en el escenario rural, se 

muestra una correlación entre el 

crecimiento del PIB entre 2001 y 

2010; la intensificación en el uso de 

la energía; y el agotamiento, bajo un 

esquema extractivo de los recursos 

naturales (RRNN) especialmente, 

de los bosques, agua y bienes del 

subsuelo (Idíes y KAS, 2013, p. 33).

4. La SAN y el subsistema 

natural

No queda duda sobre la 

importancia y necesidad de reconocer 
el aporte de los recursos naturales 
en la SAN; sin embargo, no está de 
más puntualizar sobre la correlación 
de estas variables. Los bosques y 
árboles son fuente directa de ingresos 
y alimentos. Se estima que alrededor 
de 1 000 millones de personas en el 
mundo obtienen ingresos, gracias 
a los recursos naturales silvestres 
(Mohamed–Katerere, J. C., y Smith, 
M., 2013, p. 16). Según estimaciones 
realizadas por FAO el comercio de 
productos forestales no maderables 
(PFNM) para nutrición y generación 
de ingresos es de alrededor de 16 mil 
a 90 mil millones de dólares por año. 
Es notable la escasa comprensión que 
recibe la contribución de los PFNM a 
la SAN pese a su importancia para 
las poblaciones que dependen de los 
bosques, en función de su subsistencia 
y generación de ingresos. La gestión 
de los bosques contribuye de manera 
directa a la SAN (Figura 1), a través de: 
i) suministro de alimentos, ii) ingresos 
de la silvicultura; iii) funciones en las 
dietas sostenibles

5

; y iv) funciones de 

los servicios ecosistémicos.

5

 Las dietas sostenibles se definen como las 

que «concurren a la protección y respeto 

de la biodiversidad y los ecosistemas, son 

culturalmente aceptables, económicamente 

justas, accesibles, asequibles, nutricionalmente 

adecuadas, inocuas y saludables, y permiten 

la optimización de los recursos naturales y 

humanos» (Vicenti, B. et al., 2013, p. 54).