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Espacios Políticos, Año X, número 17, agosto de 2018, pp. 31-49
Cambio climático: hacia dónde vamos y hacia dónde deberíamos ir
problema desde las causas y no desde
los efectos.
De acuerdo con la Intergovernmental
Panel on Climate Change (IPCC),
la adaptación como estrategia para
afrontar los impactos de cambio
climático son muy variados y no se
restringen únicamente a un sector. Por
ejemplo, las medidas de adaptación no
necesariamente, provienen desde lo
institucional. Existen ciertos ejemplos
de adaptación que se originan en las
comunidades y desde las necesidades
identificadas en los territorios. Las
comunidades afectadas fuertemente por
el cambio climático, no son comunidades
pasivas, son comunidades que tratan
por sus propios medios, de adaptarse
a los impactos del cambio climático.
Estas adaptaciones locales individuales,
hasta cierto punto, ayudan a mejorar
las capacidades de adaptación del país
(Mertz, Halsnæs, Olesen, & Rasmussen,
2009, p. 748).
Las medidas de adaptación no
son, necesariamente, reactivas.
Debe darse la misma prioridad a las
reactivas que a las anticipatorias,
cuando avizoran los posibles impactos
y se trabaja, previo a las afectaciones
en la población. Las medidas de
adaptación, sean comunitarias,
publicas, anticipatorias o reactivas,
pueden formar parte de un plan
estratégico o pueden ser autónomas
(IPCC, 2001, p. 8). Aunque no se
descarta ninguna tales medidas,
siempre se tiende a preferir aquellas
que, estratégicamente, puedan tener
mayor impacto en la mayor cantidad
de personas. Se busca entonces,
que las medidas de adaptación sean
anticipatorias, público- privadas y con
un plan estratégico diferenciado para
el trabajo en los territorios. Para que
una medida de adaptación funcione,
es una idea generalizada que
se debe:
a. Reducir la vulnerabilidad del
sistema, mediante la disminución
de la pobreza, la erradicación de la
inseguridad alimentaria, el acceso a
servicios de salud, etc.
b. Ser congruentes con la realidad
ambiental local y con las necesidades
de la población local.
c. Construir el potencial de anticiparse
y actuar frente a los futuros cambios
del clima (Smit, Burton, Klein, &
Wandel, 2000, p. 246).
Reducir la vulnerabilidad del
sistema resulta un término más sencillo
de describir e introducir en políticas y
planes. Pero reducir la vulnerabilidad
sistémica de un país, significa trabajar
por una sociedad más justa y con
equidad; que en su conjunto vele
por los más desprotegidos. Al decir
que una sociedad logre adaptarse al
cambio climático, se debe trabajar en
esferas, obviamente no ambientales,
sino político económicas. Es acá
donde se repite y reitera que el
cambio climático no es un problema
ambiental, sino de desarrollo.