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Espacios Políticos, Año X, número 17, agosto de 2018, pp. 31-49

Cambio climático: hacia dónde vamos y hacia dónde deberíamos ir

variabilidad y extremos climáticos» 
(IPCC, 2001, p. 14). Desde un 
punto de vista más dinámico, la 
vulnerabilidad se refiere a la capacidad 
social para asumir situaciones límites 
(como un desastre) y sobreponerse 
a ellas (resiliencia). La vulnerabilidad 
sistémica, por ejemplo, hace 
referencia a que el cambio climático 
impactará en diversos aspectos; como 
lo social, lo institucional y económico; 
y no habrá grandes posibilidades de 
afrontarlos. En lo social, los niveles 
de pobreza que afectan a la población 
guatemalteca son determinantes para 
la explicación de la vulnerabilidad 
del país. En lo económico, existe un 
«proceso de desarrollo» desigual y 
excluyente; cuya vulnerabilidad hace 
que mientras más bajos sean los 
ingresos de la población en general, 
más difícil sea transitar hacia un 
sistema menos vulnerable por su 
economía (Iarna, 2012, p. 63).

Para alcanzar el desarrollo del 

subsistema institucional, es necesario 
evitar los excesos, procurar el bien 
común, evitar la exclusión, estimular 
los beneficios nacionales y eliminar 
los privilegios. Bajo el modelo de 
desarrollo actual, las instituciones 
guatemaltecas están subordinadas 
al poder económico y político (Iarna, 
2012b, p. 64).

La vulnerabilidad limita las 

posibilidades de afrontar los diferentes 
impactos del cambio climático. Dentro 
de un amplio espectro, de acuerdo 

con Birkmann, hay limitantes que se 
agrupan en dos grupos importantes. 
Las limitantes físicas o del medio 
natural; son aquellas para cuyos 
impactos, tan extremos, ni siquiera 
un ecosistema totalmente sano sería 
capaz de proveer los servicios de 
protección. Cuando se degradan los 
ecosistemas, proveedores naturales 
de tales servicios, las limitantes son 
aún más extremas. Las limitaciones 
políticosociales e institucionales, 
son aquellas en las que el gobierno 
se encuentra tan debilitado y sus 
capacidades tan restringidas, que no 
puede abordar, efectivamente, las 
necesidades de adaptación a largo y 
corto plazo (Birkmann, 2011, p. 5).

Aunado a la vulnerabilidad 

sistémica que presenta Guatemala, 
por su ubicación geográfica, es 
vulnerable a amenazas recurrentes 
e intensas. Ello somete al país a un 
régimen bioceánico, que lo sitúa en 
la ruta de los huracanes del océano 
Atlántico y tormentas tropicales del 
océano Pacífico. Según los autores 
citados, también hay amenazas de 
origen geológico; por ubicarse en 
el cinturón de fuego del Pacífico, en 
la unión de las placas tectónicas de 
Cocos, del Caribe y de Norteamérica 
y contar con treinta y siete volcanes, 
cuatro de ellos activos. Desde esta 
perspectiva, el cambio climático 
afectará a Guatemala y, con más 
fuerza, al territorio rural. No existe 
capacidad de afrontar dichos 
impactos. A esta vulnerabilidad