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Espacios Políticos, Año X, número 17, agosto de 2018, pp. 125-127
¡Adiós maestro, Carlos Orantes!
el deseo de aprender y hacerme
profesional. Al volver la vista atrás,
he pensado cómo el legado de vida
de muchas personas que pasan
por las aulas universitarias, queda
impregnada en la memoria colectiva
de los estudiantes, a través de
análisis y diálogos abiertos, que han
aportado a su conciencia y formación,
elementos que permitieron, permiten
y permitirán, abrir su mente.
Las cátedras universitarias llevan
en su caminar, una brecha final que
permite desnudar una realidad,
muchas veces desconocida por
la juventud. El sistema social así
lo decidió. Perderla en el olvido
junto con la memoria de nuestra
identidad y de nuestros pueblos. La
indiferencia apostó por construir un
país sin memoria, que ha dado como
resultados, violencia, individualidad y
división. Este aprendizaje sonaba en
la clase de Psicología Social.
Era la primera vez que escuchaba,
con insistencia, a Ignacio Martin Baró
y se abrían los otros, con la idea que
aprendiéramos sobre una psicología
creada desde Centroamérica. Ello
permitiría afirmar nuestra capacidad
de acercarnos a la realidad, su
efecto en las guerras de América.
Identificar la convivencia con la
sociedad, conectándonos también
con la vivencia propia y de nuestra
familia durante el conflicto armado.
Con ello se abrían los secretos que
estaban guardados por el miedo.
Esto nos convirtió en una generación
responsable que ha alimentado, desde
ese análisis, una base para el relevo
generacional, para el rompimiento del
silencio para la liberación.
Esa era la misión de Carlos
Orantes Troccoli. Su discurso en la
Escuela de Psicología tenía una alta
concordancia con sus hechos. Su
palabra tenía el don de despertar
la curiosidad en los estudiantes
por descubrir la profundidad de los
efectos psicosociales, producto de la
guerra, en Guatemala.
Al llegar su partida de la vida,
lanzamos palabras de agradecimiento
al legado de nuestra formación como
psicólogos y psicólogas. La apuesta
por la convicción de que, parte de su
anhelo y deseo quedan en nuestra
memoria, se reproducen como
semillas que se convertirán en la
magia de la construcción de la vida;
como pensamientos y sueños sobre
la construcción de un mundo más
humano.
(Paula María Martínez Velásquez
Escuela de Psicología, Universidad de
San Carlos de Guatemala)
El profesor Orantes fue un
excelente asesor y consejero
académico. Siempre tuvo la