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Carlos Orantes Troccoli
Espacios Políticos, Año X, número 17, agosto de 2018, pp. 117-123
Aún más, en el empeño
explicativo, siempre se ha tendido
a la segmentación arbitraria e
ideal de lo real. Son frecuentes los
particularismos y reduccionismos. Se
desechan las comprensiones de las
realidades, como totalidades.
El conocimiento devino en una
organización ideal y arbitraria de lo
real, con dos rasgos agravantes: por un
lado, es conocimiento deshistorizado,
abstraído y fijo; y por otro lado, es
conocimiento de lo pasado. Esto último
parece obvio, sin embargo, desestima
el poder prospectivo del conociendo
(proceso activo) y fantasea sobre
la imposibilidad de la futurología;
precisamente, por una restricción
del sentido del conocimiento y por
el inmediatismo positivista. De esta
manera, se esclerotiza y, finalmente,
se instituye como poder; y aquí
adelanto una afirmación: si poder es
posibilidad, instituirlo es restringir
esa posibilidad; es decir, el poder se
debilita a sí mismo, cuando se fija en
una institución, aunque esta sea la
ciencia misma. La institucionalización
fija fronteras al poder.
El cientificismo separó lo científico
de lo técnico, lo que implicó, de una
parte, quitarle el sentido aplicativo
al conocimiento científico y, por otro
lado, darle a la técnica un simplista
e independiente papel instrumental.
Esto, obviamente, se dio solamente
en el plano de la divagación teórica,
porque no hay fronteras entre ciencia
y técnica.
Al ser enajenado el hombre de sus
instrumentos de trabajo, se separaron
el conocimiento y la técnica. Aquel
devino simple divagación en el camino
de la teoría; mientras la técnica se
constriñó a lo instrumental y utilitario.
La ciencia tendió al purismo y la
técnica tendió al practicismo puro.
No hay relación de antecedencia
entre la ciencia y la técnica. Si bien es
cierto, la ciencia se cultivó pensando en
soluciones e incidencias aplicativas; no
necesariamente precede y determina
a la técnica. Es más, la técnica puede
desarrollarse independientemente, no
como puro empirismo, sino porque
ella, la técnica, es otro medio de
conocimiento.
La técnica es conocimiento y praxis
(Sánchez Vásquez, 2003, p. 253)
aplicados a la transformación del
objeto. Los cambios no son solamente
físicos, sino también en el orden del
conocimiento, de manera que no
es simplemente una experiencia de
autoconciencia en el conocimiento de
lo otro, sino también un proceso de
transformación de sí mismo, que en
esa relación de poder, lo ejerce y lo
asume. La incidencia práxica
3
define a
la técnica, de manera que es absurdo
considerar que esta solamente existe
a partir de la industrialización.
Sin fronteras entre la ciencia
y la técnica, puede considerarse
que son formas necesariamente
3
Referente a la praxis. La expresión es del
autor.