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Carlos Rafael Cabarrús Pellecer, S. J.  

Espacios Políticos, Año X, número 17, agosto de 2018, pp. 97-106

Se debe aprovechar, entonces, el 

Campus Central y los campus y sedes, 

para colaborar en la formación de los 

agentes populares, emanados de las 

poblaciones en más desventaja, para 

que se expresen y, además, sean ellos 

los que denuncien las situaciones en 

que están la mayorías necesitadas; 

y den las pautas y las líneas de 

acción a esa nueva clase política que 

queremos formar. La labor formativa 

(sicológica, espiritual y política) que 

realiza la Dirección de Formación y 

Acción para el Desarrollo Integral 

(Difadi) en la Universidad Rafael 

Landívar, contribuye efectivamente 

para lograr esas alianzas. Esto exige 

potenciar una íntima relación entre la 

Difadi y las facultades.

El gran objetivo es poder crear 

alianzas estratégicas, entre quienes 

tienen capacidades intelectuales y 

las bases, para que las demandas 

populares puedan expresarse más y 

mejor y obtener lo que pretenden.

5. El reto de la justicia 

social con el sello de la 

interculturalidad

Esta nueva clase política además 

de tener que lograr grandes cambios 

a todos los niveles tendrá que velar 

por algo que es el talón de Aquiles 

de nuestro país, algo que ya lo 

hemos indicado: La promoción de 

la justicia con los ingredientes 

de la interculturalidad. Esto es 

extremadamente necesario para 

Guatemala, donde la superación 

del racismo, y el machismo es de 

máxima urgencia. Esto, con todo, 

es algo sumamente delicado. Cabe 

recordar que el influjo del pasado  

—personal e histórico— que ha 

golpeado los corazones de las personas, 

es un veneno que si no se extirpa va a 

infectar, corroer e impedir acciones en 

pro de la justicia y la interculturalidad.

6. Sanar las heridas y 

aprender a vivir desde 

las fuerzas positivas: el 

requisito

El ambiente de corrupción 

generalizado, por una parte, y la 

situación de indigencia, por otra, 

gesta violencia. Más aún, el clima 

de seducción por productos que no 

son posibles de alcanzar para la gran 

mayoría empobrecida, es una tierra 

fértil que; al vincular estos anhelos 

por lo superfluo con las heridas 

afectivas, sexuales, sociales, sobre 

todo desde la infancia; incita a las 

personas a actuar de una manera 

delincuencial, con tal de poseer lo que 

ofrece el mercado.

El afán del poseer todo lo que 

ofrecido publicitariamente, sin tener 

la capacidad económica, provoca 

el robo, al aprovechamiento de 

oportunidades ilícitas: corrupción. La 

manera de actuar, lamentablemente, 

se rige entonces por beneficiarse a 

toda costa, por delinquir sin pensarlo, 

llevados por la fatídica lógica de que