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Espacios Políticos, Año X, número 17, agosto de 2018, pp. 97-106
La promoción de la justicia desde la interculturalidad en la Universidad Rafael Landívar
aún mucho por mejorar, a nivel
tecnológico y de infraestructuras;
pero lo característico nuestro, como
universidad privada con función
social, es que en nuestras aulas,
de algún modo, representamos
diversidad y variedad de personas,
de estratos sociales distintos. El
número de becados de la URL (35 %)
es muy significativo. Esto nos da los
elementos para ser más conscientes
de la problemática de la justicia, en
una realidad intercultural.
Lo que intentamos privilegiar, es
cómo integrar la diversidad cultural,
como parte esencial de nuestro
quehacer. Una integración que
favorezca y no distraiga, la tarea
esencial de promover la justicia. Esta
integración tiene que lograrse por
razones puramente humanas, pues
tenemos que sobrevivir como nación;
pero sobre todo —para los que creemos
en Jesús—, es importante lograrlo,
porque trabajar y luchar por la justicia
es un componente de nuestra fe; una
tarea fuertemente amarrada, a la
que nos impulsa «lo de Jesús»; esa
justicia que brota de la fe. Nuestro
esfuerzo es hacer de estos problemas,
el principal objeto de nuestro estudio;
investigar para conocerlos a fondo y
poder transformarlos. Y esta labor
debe comenzar a realizarse, desde el
primer año de la universidad, hasta
un doctorado, si se puede.
2. El lugar de la
espiritualidad
Ahora bien, en lo que toca a la fe,
como elemento básico de la formación
en las obras de la Compañía,
se tienen que hacer salvedades
importantes. Lo deseable es que
quienes colaboren en los procesos
formativos, tengan vivencias de fe,
maduras y bien fundamentadas, que
puedan luego comunicarse, explícita
o implícitamente, a quienes se
están formando.
En la actualidad, sin embargo,
nos encontramos muchas veces con
personas que no necesariamente
son creyentes y, sin embargo,
son ejemplares en muchas cosas.
Las exigencias de la formación en
instituciones a cargo de los jesuitas
suponen personas que, por lo menos,
deban tener un talante de apertura a
las dimensiones de la fe a la hora de
formar equipo.
Esto significa que, aunque
las personas no tengan una fe
cristiana explícita, sí posean lo
que denominamos rasgos de
una «espiritualidad humana» o
«espiritualidad no religiosa». Estos
rasgos tienen que ver con una
confianza profunda en «Algo» mayor,
a veces indescriptible, que motiva
siempre con todo, en el marco de
la solidaridad. Los rasgos de esta
espiritualidad son los siguientes:
1. Experiencia de sentido en la
vida. Como el amor de la esposa,