92
Espacios Políticos, Año X, número 17, agosto de 2018, pp. 75-94
La corrupción: la tentación que más lucra y seduce
acerquemos a esos mundos que,
en principio, nos pueden provocar
miedo. Todo ello supone que nos
hagamos «amigos de los pobres»,
de los empobrecidos, porque como
decía Ignacio, esto nos hace amigos
del Rey eternal. La amistad con la
gente necesitada es el lubricante
para querer luchar por un mundo más
justo, libre de corrupción, para todas
y todos.
Tenemos que hacernos, como
nos señala el Papa, amigos de los
marginados, olvidados y de los
indigentes si queremos llegar alguna
vez a entenderlos y ayudarles; y sobre
todo, si queremos comprender por qué
Dios siente de hecho un afecto especial
por quienes la sociedad descarta como
menos importantes o por completo
insignificantes (Cfr. Por una economía
global justa. Construir sociedades
sostenibles e inclusivas. Promotio
Iustitiae. 121, 2016. Informe Especial.).
Con estos valores así asumidos por
las personas y por los grupos humanos,
puede construirse y estructurarse un
sistema de «moralidad» que mine la
fuerza de la corrupción. La conciencia
personal y colectiva, por tanto, es el
principal bastión contra la corrupción.
De importancia capital es superar
a todo nivel, la cultura de la impunidad.
Los pasos incluyen exponer
públicamente el comportamiento
ilícito, castigar al culpable y establecer
códigos éticos. Hay que fomentar
una conciencia civil promoviendo
una sociedad regida por la ley, que
debe sustentarse en la justicia y en el
bien común.
4.4 La elaboración de
tejidos sociales
impregnados de los
valores humanos
El tejido social es un instrumento de
análisis y de acción para la generación
de sociedades alternativas. El tejido
social tiene una fuerza muy grande.
Lo básico en todo ello es que la meta
sea que los agentes sociales de base
se fortifiquen. Hay que evitar que
personas académicas o no vinculadas
a esos movimientos queramos
intervenir haciendo propuestas. Son
los mismos agentes ciudadanos los
que deben desarrollarse en analizar
y tomar decisiones ya que intuyen
cómo hacerlo a su modo. Esto tiende
a durar más.
Sin embargo, es necesario nuestro
aporte como agentes externos y es
entonces crucial estar atentos a los
surgimientos de diversas situaciones
límites o de urgencia, para observar
cómo la gente encuentra soluciones
con sus propios medios y sus
pequeños esbozos de organicidad.
Estas «urgencias» pueden ser luchas
por la defensa de la tierra, del papel
de la mujer, de la reivindicación
étnica, una catástrofe, la lucha por el
agua… La lucha contra la corrupción.
Este es el primer hilo del tejido.