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Espacios Políticos, Año X, número 17, agosto de 2018, pp. 75-94
La corrupción: la tentación que más lucra y seduce
indignarse, para impulsar que las
cosas nefastas reviertan hacia el
bien, hacia la «eutopía», donde se
encuentra la paz como meta y como
medios; ese lugar bueno para vivir.
Esa espiritualidad se forja
principalmente al haber encontrado
«sentido» a la vida. Se caracteriza
además, en que esa espiritualidad
la constituyen «personas de bien»;
«buena gente». Y esto supone
finalmente honestidad; justo lo
opuesto a la corrupción.
La ecología social pone el énfasis
en que no solo hay que defender a
la naturaleza sino que el cuidado de
la casa común tiene que ver con la
erradicación de la pobreza, con la
supresión de las agresiones a la vida,
con detener el aminoramiento de
recursos naturales y luchar contra lo
que ahora se denomina el «ecocidio»,
teniendo siempre en cuenta en todas
estas luchas, la fuerza arrolladora
de la globalización de la injusticia
salpicada en múltiples formas de
corrupción.
4.3 La fuerza de la
positividad y la
conciencia
La segunda fase de ese taller,
versa sobre las fuerzas internas
positivas: darle vuelo a la energía
vital que todas las personas poseen
y percatarse de cómo esto va
empoderando a la gente. Esta labor no
se realiza con base en ejercicios en la
mente o a exposiciones teóricas, sino
principalmente, con trabajo corporal,
donde la persona descubre todo lo
que le ha dado vida en su existencia.
Se produce así, una apropiación de
las cualidades más importantes, que
quizás no se habían descubierto, y
que son las que han comunicado
identidad y vigor. Esto constituye lo
que denominamos «descubrimiento
del manantial». Como un fruto de
este manantial emerge la conciencia,
que es la voz de esa fuente que está
llamada a crecer. Esa conciencia puede
robustecerse mediante la vivencia de
los valores humanos.
Es desde esa fuerza positiva donde
queda claro que no es la revancha y
la violencia lo que puede ayudar a
salir de ese infierno. Es la esperanza
-la gran movilizadora- que hace creer
que de alguna manera todo puede
y debe ser mejor, si las personas se
organizan y luchan juntas. Ahora bien,
esto es más fácil cuando el pasado no
ha sido tan asesino con las personas…
En los lugares donde ha habido
más miseria y violencia, después de
drenar la rabia, la cólera, el dolor
y sufrimiento, es donde pueden
ir detectándose paradójicamente
energías internas, fuerzas y vivencias
de «sentido». Esto ayuda a caer en la
cuenta de que lo que ha ido sacando
de situaciones traumáticas, de miedo