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Edgar Balsells
Espacios Políticos, año X, número 16, noviembre de 2017, pp. 51-62
análisis de la realidad de esa época
y colaboraciones para darle forma a
una Nueva Economía Americana, así
como reformas sociales importantes.
Sin esas grandes orientaciones
no vamos a ninguna parte, y ello debe
llamar a la reflexión sobre el fiambre
de propuestas y sinsentidos que
pululan por doquier en la Guatemala
actual, movidas muchas bajo el
pretexto moralista anticorrupción,
pero que han ahogado al Estado
guatemalteco a la inacción y a la
misma desaceleración de la actividad
económica, así como a una excesiva
judicialización de la vida pública que
tiene paralizada a la sociedad.
Veamos algo de lo que decían los
obispos en aquellos tiempos difíciles,
tan difíciles como el actual:
Thomas Gannon, S. J. lo dice
desde las primeras páginas: no
estamos acostumbrados a formular
criterios morales ni religiosos con
temas tan áridos como las políticas
económicas. Estamos más bien
familiarizados con que la economía y
esos temas concretos son complicados
y tecnocráticos, y deben ser dejados
a los expertos. Ello nos aleja de la
necesidad de repensar la ética y de la
economía misma
2
.
2
ibid., pág. 1.
Gannon nos hace ver que algo
en términos del deseado «crecimiento
económico», parece ser fraudulento
en nuestros días: si el notable
crecimiento económico de la economía
norteamericana, por ejemplo, ha
logrado que la generación de hoy sea
dos veces más rica que sus padres, y
cuatro veces que la de sus abuelos,
¿cómo es posible que la felicidad y la
satisfacción general de la gente de
hoy sea menor que la de antes?
Felicidad y esperanza son poco
estudiados por los expertos
tecnócratas: ellos perciben que
los mercados libres y la libertad
individual, actúan mediante una
atomística interacción gobernada
por reglas abstractas, en donde
cada agente es guiado por su interés
propio, siendo que ello, por sí sólo,
nos llevará gradualmente al bienestar
colectivo. Esa creencia, [nos indica
Gannon, (1987)] nos está llevando
a procedimientos más interesados
en manipular procesos internos
que en perseguir resultados finales.
(Balsells, 2016)
Al asumir que la moralidad del
sistema económico, indica Gannon
(1987):
(...) recae en reglas abstractas que
operan como valores últimos, porque
guían a la individualidad a perseguir
objetivos temporales, puede llevarnos