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Espacios Políticos, año X, número 16, noviembre de 2017, pp. 3-22

La reforma del Estado en Guatemala desde las finanzas públicas 

Mexicana, y también en la 

constitución conocida como de 

Weimar en Alemania de 1919, 

muy marcada por los movimientos 

laborales obreros y social 

demócratas de la época. 

Esos principios sociales 

se 

reflejan 

también 

en 

nuestra Constitución de 1985, 

estableciéndose en el artículo 

primero que el bien común  

‒no el individual‒ es un fin 

supremo del Estado, y se incluyen 

una serie de derechos sociales 

de grupos vulnerables: derecho 

a la educación como obligación 

del Estado, derecho a la salud, 

derechos laborales y seguridad 

social. Se establece también 

la necesidad de que el Estado 

intervenga de distintas maneras 

en la economía, ya sea como 

orientador, ya sea fomentando 

la actividad económica, ya sea 

regulándola; y eso va quedando 

plasmado en distintos artículos 

que se refieren a cada uno de 

esos temas. Se establece también 

la propiedad del Estado y luego 

hay un artículo que le da ciertas 

facultades al Poder Ejecutivo, 

que uno podría argumentar que 

fortalece al Gobierno central, pero 

tremendamente limitado a la hora 

de ver cómo se implementa si se 

toma en cuenta la ausencia de 

suficientes recursos financieros.

Tenemos también algunos 

ingredientes de neoliberalismo 

especialmente importantes. Para 

su identificación conviene to-

mar en cuenta dimensiones muy 

básicas de la «teoría de elec-

ción pública» que se inspira en  

Friedrich Hayek, pero que ha 

sido desarrollada especialmen-

te por James Buchanan en el  

ámbito de la política fiscal.  

Él plantea la necesidad de res-

tringir al Estado para proteger a 

la democracia y la libertad indivi-

dual, y parte de la premisa de que 

la democracia genera una presión 

para aumentar el tamaño del Es-

tado, de manera natural o casi 

por inercia, y que ese aumento 

de su tamaño amenaza la liber-

tad. Argumenta entonces que se 

necesita, por consiguiente, res-

tringir esa dinámica natural del 

Estado, para evitar que amenace 

a la libertad. Buchanan propone, 

en particular, que deberíamos te-

ner una especie de «constitución 

fiscal» que limite esta capacidad 

estatal de crecer, que es lo que 

precisamente Manuel Ayau te-

nía en mente cuando estaba ha-

ciendo el cabildeo diario con los  

diputados constituyentes. 

Establece Buchanan también 

que se necesitan leyes de largo 

plazo que restrinjan el poder 

de la mayoría, es decir, el poder 

democrático, para que no dé lugar 

a un Estado demasiado grande que