Francisco Alfredo Sapón Orellana
Espacios Políticos, año X, número 16, noviembre de 2017, pp. 89-110
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De esta cuenta, cuando un
cúmulo de situaciones impiden tal
desarrollo, conviene revisar el fin
último de las decisiones humanas:
ocuparnos de nuestra singularidad,
antes que de toda abstracción,
deontología o metarrelato. Entre
ellos, el de la guerra contra las
drogas. El de la cosificación de las
personas involucradas en las hoy
sancionadas conductas relacionadas
con la producción, tráfico y consumo
de sustancias definidas como
ilegales.
La persona no es ni sujeto a
tutelar, ni objeto a cuantificar. Ningún
proceso o sustancia, así, puede
estar sobre la dignidad humana.
¿En qué medida las erradicaciones
han truncado a personas? ¿En
qué medida el prohibicionismo
ha maximizado las condiciones
para el desarrollo integral de las
subjetivaciones en las regiones en
donde se ha extendido en culto de
la amapola para opio?
En el caso de los municipios de
los departamentos que integran el
triángulo del opio, «los incentivos
para seguir con lo ilegal son tan
altos que los productores siguen
enganchados».
Si bien las cifras sobre las
dimensiones del cultivo de amapola
son inciertas (OEA, 2013), a
continuación se ofrecen datos con
base en las incautaciones registradas
por las autoridades públicas.
Año
Matas de amapola
incautadas
1996
28 903
1997
23 100
1998
71 719
1999
144 238
2000
20 619
2001
11 740
2002
370 626
2003
16 234
2004
9300
2005
5 444 900
2006
14 676 257
2007
241 537 643
2008
278 804 353
2009
692 284 166
2010
546 124 424
2011
757 240 779
2012
337 968 350
2013
-
2014
490 560 485
Total
3 365 337 836
Tabla 1: incautaciones de
amapola en Guatemala, entre 1996 y
2014 (matas)
Fuente: elaboración propia, con base en
datos de Segeplan (2012) y del Mingob
(citados por Castro, 2013), del Mingob
(2014).