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 Revista Espacios Políticos

El financiamiento electoral se 

convierte en un factor de riesgo para 

la autonomía del sistema político. 

La función primordial de un partido 

político es ser intermediario entre la 

sociedad civil y la sociedad política para 

canalizar las demandas populares. Por 

ello, se necesitan leyes que regulen 

el comportamiento de los partidos 

políticos no solo durante la campaña 

electoral sino en el transcurso del 

ejercicio del poder político para evitar 

la compra de prebendas, privilegios 

y decisiones públicas que atenten 

el bienestar común. Sin embargo, 

como bien lo anotan Casas y Zovatto 

(2011), el sistema de financiamiento 

político presenta varias amenazas, 

entre las cuales se pueden mencionar 

las siguientes:

• Alta dependencia de los capitales 

privados para financiar campañas.

• Amplia disponibilidad de fuentes 

de dinero ilegítimo para financiar 

campañas.

• Aumento de partidos franquicia.

• Eventual adopción de un enfoque 

legislativo prohibicionista del fi-

nanciamiento privado y excesiva-

mente limitador de las contribu-

ciones y gastos electorales, cuya 

aplicación no sea realista”, (p. 

211).

En el informe de la Cicig (2015) 

se cita a Casas y Zovatto (2011) y 

se presentan cinco modalidades de 

riesgo en el financiamiento privado 

de la política:

• Utilización de financiamiento 

espurio o ilegal, principalmente 

proveniente del crimen 

organizado, que busca penetrar 

las instituciones políticas para 

comprar impunidad mediante el 

financiamiento de campañas.

• Compra de influencia y conflictos 

de interés privilegiando los 

intereses privados antes que los 

públicos.

• Inequidades electorales graves.

• La desarticulación de los partidos 

y del sistema de partidos. 

• Pérdida de credibilidad de la 

regulación del financiamiento 

político, (pp. 21-27).

Actualmente existe el 

debate acerca de las reformas 

al financiamiento de los partidos 

políticos. Hay quienes consideran que 

son reformas de segunda generación o 

bien producto de escándalos públicos 

y que, por lo mismo, la aprobación 

de reformas más rígidas no garantiza 

su aplicación. (Casas y Zovatto 2011, 

pp. 223-224).

Para garantizar la transparencia 

y luchar contra la corrupción política 

se hace indispensable fiscalizar los 

ingresos y egresos de los partidos 

políticos durante la contienda electoral