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Revista Espacios Políticos
formas ya afianzadas de participación
de lo común: al contrario, son procesos
de aprendizaje donde mundos distintos
están entrando en conexión.
El Paro del 27 de agosto 2015
es visto como el punto culminante
de las manifestaciones del Renuncia
Ya contra el Gobierno Patriota. Si
bien fue una fecha importante, de
novedad histórica, la cual he tratado
en otro escrito, consideramos que ese
acontecimiento solo puede entenderse
en su magnitud pensándolo desde
lo pequeño, no desde lo grande.
¿Qué queremos decir? Simplemente
que la exigencia de renuncia de los
gobernantes promovió redes de
organización, colectivos que se fueron
formando, discursos que chocaban
entre sí y buscaban entrar en consenso,
tantas veces disímil pero, también,
importantes por el mismo hecho de
sentarse a discutir una manera de
imaginar la transformación social. Lo
que asombraba de ese momento es
que múltiples eventos y foros entre
abril y agosto 2015 permitían sentir y
pensar horizontes de posibilidad, algo
que había sido botado por la sociedad
consumista y el avance del individuo
como mónada autocomplaciente.
Lo social adquirió una importancia
renovada. Aún así, este proceso
aún está in statu nascendi y apenas
empieza a reflexionar lo que significó
ese encuentro de indignaciones,
las cuales propiciaron a la vez un
encuentro en la esperanza.
¿Una nueva manera de hacer
política? ¿Una democracia crítica del
capitalismo? Hay rasgos que afirman
esto, como también que lo niegan.
Si nos atenemos a un pensamiento
por resultados, no inserto en los
movimientos de la contradicción
social, la enorme ola crítica de
2015 culminó con las elecciones de
septiembre y noviembre 2015. Ahí
fue elegido Jimmy Morales, un cómico
de televisión que representaba la
negación del patrón de políticos
partidistas. Todavía hace falta estudiar
más a fondo qué tanto la psicología de
la crítica de 2015, bajo las actuales
condiciones, hicieron de Morales una
decisión que negaba el orden contra
el cual protestaban. Es, sin duda,
una pregunta de psicología social.
Pero hay algo todavía más fuerte:
¿qué representan las Elecciones
de 2015 respecto a la lucha por la
legitimidad democrática del Estado?
Si se plantea así, las preguntas por
la actualidad y posibilidad de la
crítica social, del sentido disputado
de la democracia misma, está vivo.
Visto así, las Elecciones de 2015
fueron la imposición de un modelo de
democracia mercantil y capitalista que
se muestra ya caducó, resucitando en
sus momias, luchando por continuar
desde sus mismos representantes.
Muchos pueden decir que la
elección de Morales es el signo
más cruel y cruento de la tragedia
política guatemalteca. No dudo que
sea una visión. La verdad es que