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Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
relaciones de clase y, sin embargo,
su concreción− con la democracia
comunal concreta
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y, por lo tanto,
múltiple e incluso contradictoria.
La crisis del Gobierno Patriota
inició como un enorme movimiento
de indignación. Atravesando pasadas
posturas ideológicas, el primer punto
de unión fue el rechazo a un sistema
que enriquecía descaradamente a
partir del negocio y enriquecimiento
de los gobernantes y sus aliados.
La primera denuncia fue de carácter
ético lo cual, en un primer momento,
pareció rebasar las diferencias entre
ser de “izquierda” o “derecha”. No
obstante, la práctica y el horizonte
mismo de esa crítica tenía implícito
un cuestionamiento de la génesis
histórica de esa clase social,
precisamente de la alianza oligarca
y militar para someter el movimiento
crítico-revolucionario de la Guatemala
– y Centroamérica – de la década
de 1970 y 1980. Un fenómeno ha
ido escalando: el Estado está siendo
rebasado por las mismas políticas
que ha impulsado, sea políticas o
del consenso de los Acuerdos de
6 La tradición consejista o comunal revolucionaria
ha tendido a ser ignorada por la historiografía ofi-
cial. No obstante, sus principales experiencias si-
guen hoy siendo puntos de referencia para repen-
sar la emancipación social. Conocer la Comuna
de París (1871), las Aldeas Zapatistas en Morelos
(1914) o los marineros del Consejo de Kronsta-
dt (1921) pueden marcar horizontes a tener en
cuenta bajo las actuales políticas de ataque capi-
talista y descentralización estatal y acumulación
flexible. Sobre los marineros de Kronstadt, véase
Avrich (2003).
1996. Poco a poco se está asistiendo
a un cuestionamiento del papel
de la administración de lo social
desde condiciones que, finalmente,
reproducen el autoritarismo, la
destrucción de la salud, la educación,
la vida digna.
Hay varias respuestas que se
han dado discursiva y prácticamente.
Las manifestaciones no pueden leerse
unilateralmente como en el plano
ideológico del Estado (Bonefeld,
2013). Si bien los colectivos citadinos
se construyen como abogados de
un Estado reformado, con reformas
electorales y mejor distribución
presupuestaria, también existe una
corriente subterránea que cuestiona el
mismo monopolio que el Estado hace
del ideal y la práctica democrática:
el gobierno del pueblo o el pueblo
gobernándose. Lo que ha florecido en
las Asambleas de Malacatán, Barillas,
La Puya, San Juan Sacatepéquez, con
sus múltiples y distintas formas de
resistencia −marchas, expresiones
artísticas, denuncias y comunicados−
permite pensar una democracia crítica
del capitalismo. Incluso en ciudades
como Guatemala y Quetzaltenango,
las
manifestaciones,
plantones,
batucadas y huelgas de hambre se
convierten a su vez en prácticas de
trabajo socializado, en compromiso
libre y concreto, no representado, en el
cuestionamiento de antiguas murallas
clasistas y racistas. No se está ante