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Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
por momentos, rebasar y contradecir
el sentido estatal. Las sucesivas
manifestantes, asambleas, bloqueos,
conciertos, plantones, danzas no
deben de leerse unilateralmente
como medios para un fin – presión
y concentración de personas para la
reforma estatal – sino, en sí, como
prefiguraciones de una nueva política
y crítica social en ciernes. Claro, no
está exenta de contradicciones. Al
contrario, son ellas parte de su mismo
motor. Veremos cómo las elecciones
estatales de 2015 fueron, pues, una
forma de acallar dicho movimiento.
1. La “democracia” del capital:
Berger y Colom, 2004-2011
En las elecciones de 2003 dos
eran los candidatos con posibilida-
des de hacerse del gobierno: Ber-
ger, del partido empresarial GANA y
Ríos Montt, del FRG, partido militar y,
también, empresarial. Esas eran las
opciones que siete años después da-
ban los Acuerdos de Paz. Ganó Berger
y con él todo un proyecto que bus-
caba concretar el campo abierto por
la legislación privatizadora de su an-
tiguo colega y mentor, Arzú, del PAN.
Abierta por la coyuntura de los Acuer-
dos de Paz, la Consulta Popular de
1999 había sido la máxima expresión
de reforma estatal. Con su derrota,
el canon de padrinazgo partidista
y política oligarca no hizo más que
confirmarse. Incluso tengamos en
cuenta que las Leyes concernientes a
Electricidad y Minería fueron, ambas,
aprobadas por el Gobierno de Arzú.
La apuesta por la paz era una re-
distribución de las oportunidades de
acumulación capitalista. Así, mientras
las comandancias guerrilleras firma-
ban con el general Pérez Molina o el
empresario Briz los Acuerdos, surgía
todo un nuevo movimiento de apro-
piación capitalista.
En 2004 toma el poder Berger
y con él todo un Gabinete integrado
por la clase finquera. Ante la crisis
del café en 2002, esta clase se vio
enfrentada a un creciente abandono
de la producción tradicional, con sus
repercusiones en la crisis salarial
con sus trabajadores y con el
problema de mantener inculta una
enorme porción de tierras. Berger
movilizó el Estado como fuente de
financiamiento y diversificación de los
capitales finqueros en peligro. No era
nada nuevo. De hecho, lo recaudado
en tributación estatal suele ser un
momento de la inversión productiva
en las grandes propiedades
terratenientes. Los Gobiernos de
Arana Osorio o de Lucas García son
ejemplo de esto. Pero un punto más
importante. El Gobierno de Berger
llevó a cabo toda una centralización
armada – a partir de la Policía Nacional
Civil y unidades del Ejército – para
enfrentar la crisis de la gran propiedad
finquera. Durante el año 2004 el