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Ética, política
y bulos
(fake news)
Immanuel Kant en la formulación del imperativo de el Fin en sí
mismo: «Obra de tal modo que trates a la humanidad, tanto en tu
persona como en la de cualquier otro, siempre como un fin y nunca
solamente como un medio». La persona humana es fin en sí misma
y no un medio para otra cosa, tiene dignidad y no un simple precio,
y por eso nunca se le debe instrumentalizar. El engaño es una
instrumentalización de las personas con fines espurios.
La mejor conquista política de nuestro tiempo es la democracia,
que precisa una ciudadanía participativa, lúcida y bien
informada. La buena información, la no distorsionada, es
necesaria para tomar decisiones libremente, y los bulos y la
posverdad imposibilitan esa libre elección. Como algún autor se
ha preguntado, «¿puede la democracia sobrevivir a internet?». Se
impone la necesidad de una ética del mundo digital.
Por último, hay un tercer vocablo que quisiera mencionar en
el ámbito de las «palabras del año», y que tiene un carácter
muy distinto de los dos anteriores: es la palabra «aporofobia»,
que lancé yo a la arena pública en la década de los noventa
del siglo pasado. La aporofobia da cuenta de la existencia de
una patología social, que hasta ahora no se reconocía con un
nombre el desprecio al pobre, el rechazo y la prevención frente
a él. Es en Aporofobia, el rechazo al pobre, publicado en mayo
de 2017, donde intenté explicar en qué consiste ese rechazo,
cuáles son sus causas y cómo superar esa patología. El 20 de
diciembre de 2017 fue admitida la palabra en el Diccionario de la
lengua española, y el 27 de diciembre la Fundación del Español
Urgente BBVA (Fundéu), la eligió palabra del año, por algo
muy importante para mí: por «su capacidad transformadora
de la realidad». Precisamente porque ponerla sobre el tapete