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Imaginar al otro

Los pobladores de las aldeas de pescadores del Pacífico ven 
aparecer a los perseguidos cuando cae la noche en los patios de 
sus casas, sombras sigilosas que se acercan con temor. Por señas 
de manos se dan a entender: que tienen sed, que tienen hambre. 
Y desafiando el temor, los vecinos les dan el amparo que piden, 
agua, comida, zapatos, ropa, pañales para los niños. Solo saben 
que deben ayudarles, no importa el riesgo a ser reprimidos.  
El prójimo da al prójimo mientras menos tiene, o da todo lo 
que tiene.

El escritor israelita Amos Oz recibió hace diez años el Premio 
Príncipe de Asturias. Para empezar a hablar de él, quiero 
recomendar a ustedes su novela 

La pantera en el sótano, publicada 

en 1988, en la que narra sus años de infancia en Jerusalén, 
entonces bajo el dominio británico. Sus padres habían llegado 
a Israel con la ola de judíos de Europa Oriental que huían de la 
persecución nazi, y no pocos de sus familiares, a los que nunca 
conoció, perecieron en los campos de concentración.

En Jerusalén vivían entonces, en barrios separados, sin 
violencia manifiesta entre ellos, judíos, palestinos, magrebíes, 
sirios, libaneses, armenios, turcos, griegos, una verdadera babel 
de lenguas, y si podemos llevar este término más allá de las 
lenguas, una babel de costumbres, y de religiones. Vivían en 
tensión, pero en paz.

La pantera en el sótano cuenta la historia de Tolfi, el propio Amos 
Oz, un niño que se convierte, en secreto, en profesor de hebreo 
de un sargento de las tropas de ocupación inglesas. La novela 
provocó reacciones encontradas; ganó con ella el premio