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Imaginar al otro

Son inmigrantes pobres, y eso también los hace aún más 
diferentes. Más otros. Pero mi preguntan sigue siendo: 

 

¿para nosotros no son también los otros? ¿Los conocemos? 
¿Los consideramos nuestros iguales? ¿El que se va, o el que se 
queda viviendo en la pobreza es nuestro prójimo? 

El prójimo es el próximo, el que está cerca de nosotros. Nos 
identificamos con él, lo hacemos parte nuestra. La solidaridad 
se vuelve identidad, y entonces somos capaces de sentirlo dentro 
de nosotros, saltando barreras y prejuicios, anulando distancias. 

En un mundo como el de hoy, donde las peores amenazas 
contra la convivencia humana provienen del terrorismo, 

 

la discriminación, el racismo, la intolerancia política y religiosa, 
los nacionalismos exacerbados, la resurrección del fascismo aún 
en Europa, la posverdad, las realidades alternativas, el desprecio 
a la diversidad, la persecución y el acoso contra los emigrantes, 
debemos tomar partido. Y el sentimiento de exclusión que es 
tan íntimo en el corazón humano, y se halla tan soterrado, 
debemos sacarlo a flote, enfrentarlo, y combatirlo. Desarraigarlo 
de nosotros.

No simplemente la tolerancia, que es una forma pasiva de ver 
a los demás que no son como nosotros, sino tratar de ser, ver, 
sentir como los otros, encarnarse en ellos, trasladarnos hacia 
ellos. Meternos debajo de su piel, ser nosotros en el otro. Sean 
nuestros emigrantes, o los emigrantes de otras latitudes.

Los otros son aquellos que se ven forzados a partir en busca del 
bienestar y la dignidad que en sus propios países se les niega.