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La promoción 

de la justicia

comunidades apostólicas están ayudando a fortalecer la propia 
universidad en esa dimensión comunitaria, tan esencial. Son 
espacios de formación y acompañamiento, donde las personas, 
independientemente de su posición jerárquica, comparten su 
vocación e inquietudes personales, reconociéndose parte de 
un conjunto mayor, que es el que lleva adelante propiamente 
la misión universitaria. Allá donde son activas, el talante y la 
atmósfera universitaria ha mejorado ampliamente, semejando 
cada día más a un espacio de acogida donde las personas pueden 
crecer humana y profesionalmente.

Las universidades jesuitas muestran que el sustantivo 
“universidad” y el adjetivo “jesuita” no compiten el uno contra 
el otro, sino que tienen la capacidad de fecundarse mutuamente: 
hay modos de ser más universidad y de profundizar mediante 
ellos en la misión jesuita. Estas instituciones están haciendo 
posible que la formación del alumnado sea más humana y 
profunda y la investigación socialmente relevante y alumbradora 
de sociedades más justas. Las universidades se van configurando 
como instituciones transformadoras que buscan el mayor bien 
común y la defensa de los últimos. 

Sin embargo, aún es mucho lo que queda por hacer para que 
la radicalidad que contienen las formulaciones pueda descansar 
armoniosamente sobre la vida cotidiana de las universidades. 
Hay aún margen de mejora.